miércoles, 5 de mayo de 2010

Out of Body Experience

EL VIAJE ASTRAL

(Diccionario de esoterismo, Pierre Riffard)

He tomado esto como tema de mi pequeño artículo, desarrollando un poco las definiciones de Riffard.

Al "viaje astral" se le llama en el mundo anglosajón out-of-the-body experience. Se trata del desdoblamiento que se realiza en forma consciente cuando estamos en un estado próximo al sueño (el momento para hacerlo es precisamente la barrera entre el sueño y la vigilia, ya que inconscientemente tenemos este tipo de experiencia cada vez que dormimos).

Este desdoblamiento viene definido porque la persona tiene la impresión de que algo, que en general se describe como “alma”, abandona su “cuerpo”, gozando de una existencia autónoma, pudiendo trasladarse a cualquier lugar en forma, eso sí, inmediata, brindando informaciones verificables.

Como estas “salidas” se realizan con un cuerpo no material, las leyes de la física pueden ser vulneradas; pero al mismo tiempo este vehículo no posee capacidad alguna de manifestarse en el mundo material como el cuerpo físico, ni puede ser percibido por los sentidos.

Un ejemplo de desdoblamiento en un texto de Lie-tse:

Huang-ti tuvo un sueño. Le pareció que viajaba por el reino de Hua-siu [su madre]. A este país [...] no se podría ir en barco, ni en carro, ni a pie, sino solamente en espíritu.

Este tipo de experiencias, quizá conocidas más por nosotros a través del chamanismo, fueron recuperadas para Occidente a través del movimiento de carácter espiritual y ocultista que fue el llamado Teosofismo de fines del siglo XIX (Helena Petrovna Blavatsky) y por otros grupos o personajes (por ejemplo, Éliphas Leví o Rüdolf Steiner). Pero estas experiencias son en realidad algo conocido en la cultura occidental desde muy antiguo:

  1. Platón nos dice, en sus Leyes X, que hay un “cuerpo” especial del “alma”, que no es una cosa ni otra.
  2. en el neoplatonismo se le denominó pneuma (Porfirius, Sententias), aunque en el cristianismo primitivo, entre los cristianos gnósticos también existía este concepto, antes del neoplatonismo.
  3. Luego de mucho tiempo, en el cual se atisba su presencia en el mundo de la mística y algunos casos particulares, vuelve el concepto con Paracelsus, y su “corpus sidereum”.

Los nombres

Hoy día, para designar al cuerpo que realiza estos “viajes” durante el desdoblamiento, suele utilizarse la expresión “cuerpo astral” popularizada por las obras de Lobsang Rampa (kamarrupa en el mundo hinduista)., pero existen denominaciones antiguas en Occidente, tal como la de Paracelso

Durante el sueño, el cuerpo sideral de un hombre puede ser proyectado fuera del cuerpo físico por el poder de la imaginación y actuar a distancia con un fin determinado. (Philosophia sagax).

A veces también se le llama “cuerpo del deseo”, en este caso como sede de las emociones y de las pasiones, al menos en los autores modernos, que indican que los animales también lo poseen. Para el mundo neoplatónico, el plano astral, en el que se desenvuelven los “cuerpos astrales”, este cuerpo es un “hálito” (Oráculos Caldaicos, 104, 201). Este vínculo con los deseos, emociones y pasiones indica que en esos viajes el viajero puede ver "lo que quiere ver" o "lo que desea ver" y no lo que está ocurriendo realmente, por lo tanto lo percibido en esas experiencias puede no ser en absoluto fiable.

Existen otras experiencias de viaje, pero que implican un traslado del cuerpo material de un lugar a otro obviando toda ley física, como en el caso del “cuerpo astral”, y que no pueden ser confundidas con ésta (por ejemplo los “traslados” de Apolonio de Tyana, citados por Flavio Filóstrato en su Vida de Apolonio).

miércoles, 27 de enero de 2010

Universidad Central de Venezuela
Facultad de Humanidades y Educación
Escuela de Historia
Los Seres Sobrenaturales en las Religiones
Shinto, Germánica y en el Islam


Profesor: Rodrigo Fernández
Estudiante: María del C. Louzan
Introducción
Los seres sobrenaturales forman parte de las creencias de la mayoría de las personas, existe gran variedad de religiones que abarcan una rica rama de ellos. En este trabajo vamos a conocer los tipos que encontramos en tres religiones totalmente diferentes, la primera de ellas, es la religión del Shinto (El camino de los Dioses), originaria de Japón. Esta religión puede definirse como animista naturalista, en la cual sus seguidores veneran las deidades del cielo y de la tierra, a sus antepasados, además de objetos y elementos del mundo natural. A toda esa combinación de divinidades ellos las denominan Kami, de los cuales los seres humanos son hijos, por lo tanto deben vivir en armonía con ellos para lograr el máximo bienestar. La diosa principal en la religión del Shinto es Amaterasu, (La Diosa Sol), de la cual consideran descendientes a los emperadores que han gobernado al Japón, a ella le siguen toda una cantidad de divinidades, cada uno con una función distinta dentro de la cultura japonesa.
En segundo lugar estudiaremos la religión Germánica, la cual comprendía un panteón de diversas deidades representadas en forma humana. Tenían dos estirpes de dioses, la primera habitaba en los cielos es conocida con el nombre de Ases, cuya característica principal era la de ser una raza de guerreros, con grandes virtudes bélicas, destacando como deidades de mayor importancia Odín, Thor y Loki, entre otros. La segunda raza de dioses eran los Vanes, que se caracterizaban por ser más bien pacíficos y benévolos, eran los dioses de los campos, los vientos, los bosques y las fuerzas naturales. Los dioses germánicos poseen unas características muy especiales, entre ellas destaca el hecho de que no eran inmortales y además se encontraban sujetos al destino. Además de los dioses, en esta religión destacan otros seres sobrenaturales como espíritus, elfos, enanos, valquirias, las nornas y los gigantes, cuyas características veremos más adelante.
Por último, tenemos la religión de Islam donde Alá es el Dios único y verdadero, es todopoderoso y creador de universo, por lo tanto nada tiene derecho a ser adorado sino Él. Muhammad o Mahoma, es su mensajero, quien recibió los versos del Corán del ángel Gabriel, esta afirmación es la que le da el carácter monoteísta.
La religión musulmana tiene creencias en seres sobrenaturales como los ángeles y los yinn o genios, pero enfatizan el hecho de que ambos fueron creados por Dios, para rendirle culto. Los ángeles creados de la luz, totalmente dedicados al servicio de Dios o Alá, por cuya orden realizan diversas tareas en el mundo, los yinn por su parte al igual que los humanos gozan de libre albedrío, fueron creados del fuego y pueden en ocasiones realizar buenas acciones, aunque generalmente, están calificados como seres peligrosos a los cuales los seres humanos deben evitar.
De esta forma, en el trabajo que se presenta a continuación se explican las características esenciales de los seres sobrenaturales en los cuales las tres religiones mencionadas tienen asentadas sus creencias.

Los Seres Sobrenaturales en el Shinto
El shinto está considerada como la religión originaria de Japón, un culto de uso popular que puede ser descrito como animismo naturalista, tiene sus raíces en las creencias de los antiguos japoneses, quienes creían en el sol como una diosa, llamada Amaterasu, e igualmente el dios de la luna y otros similares, de la misma forma que en la mitología griega, en la que casi todos los entes y fenómenos de la naturaleza se identificaban o atribuían a deidades o semideidades específicas. El shinto es frecuentemente traducible como “el camino de dios” . Afirma la existencia de divinidades a las que llaman Kami, que pueden encontrarse en la naturaleza o en niveles superiores de existencia. En el sintoísmo los seres humanos tienen una existencia divina ya que son hijos de los Kami, por lo cual se debe vivir en armonía con ellos, para así poder disfrutar de su protección y aprobación.
Al irse formando las comunidades, el sintoísmo se desarrolló en localidades religiosas o capillas, con un dios local guardián, de una forma parecida a la de los santos patrones de los cristianos. Los antiguos textos japoneses se refieren a las “ochocientas miríadas de los dioses”, con lo cual queda demostrado que cada región, ciudad o aldea, y hasta el más oscuro habitante, poseen su Kami local, con su cortejo de dioses subalternos. Además, cualquier objeto cuya edad exceda lo ordinario, por ejemplo, una roca, un árbol centenario, etc., es venerado como un Kami. Actualmente en el Japón moderno se pueden ver grandes templos y capillas sintoicas con el toru, que es la típica puerta que precede al santuario, incluso en los bosques y montañas el viajero se encuentra a menudo con pequeños recintos religiosos llamados kokora, dedicados a un Kami local, a una enorme piedra o un viejísimo tronco .
La gente se hacía devota de sus héroes y de los líderes ancestrales de los clanes, el mito del origen divino de la familia imperial surge de esta forma, siendo así, que se constituye en la base fundamental del sintoísmo. Estos mitos se han conservado gracias a la tradición oral por medio de una corporación llamada los Katari-be o “recitadores”, cuya función consistía en declamar las antiguas leyendas durante las grandes fiestas sintoístas. Los investigadores japoneses creen que estaban en estrecha conexión con los sacerdotes y sacerdotisas, que poseídos por espíritus divinos, narraban durante la ceremonia religiosa las remotas leyendas referentes a los dioses, la tribu o el territorio.
Los Kami; los japoneses divinizaron la fuerzas de la naturaleza y les rindieron culto con el nombre de Kami. Las montañas elevadas, los árboles antiguos y frondosos, los ríos, eran para ellos Kami, ni mucho más ni mucho menos que los hombres. La palabra Kami significa seres colocados en lo alto, para ser venerados, se caracterizan con el adjetivo chi-hayaburu, que se traduce poderoso.
El autor Félix Guirand, habla sobre ellos de la siguiente forma:
Los dioses de la mitología japonesa tienen un cuerpo parecido al de los seres humanos, a quienes se asemejan igualmente en sus cualidades y defectos. Los mitos explican sin rebozo actos de los dioses que los traductores ingleses prefieren dar en versión latina. Las tradiciones cuentan que las divinidades tienen dos almas: una suave (nigi-mi-tama), y otra, violenta (ara-mi-tama), y el Kami de acuerdo con la una o con la otra. Además, puede darse el caso de que el alma abandone el cuerpo y se manifieste en un objeto. Sin embargo, los Kami japoneses no son omniscientes. Los que están en los cielos no saben lo que pasa en la tierra, y se ven precisados a enviar mensajeros para para informarse y a recurrir a la adivinación para prever el porvenir. Los dioses pueden hacer el bien o el mal, pero entre ellos no hay un Kami que sea esencialmente malo.
Sin embargo, se refiere a un mito sobre el dios Izanagi, en el cual este no pudiendo consolarse por la muerte de su esposa la diosa Izanami, bajó a los infiernos adonde fue a reunírsele, pero esta se negó a regresar con él. Al volver a la tierra procedente de la morada de ultratumba lavó aquí sus manchas, y fue así como nació del barro infernal la divinidad de las múltiples calamidades, Yaso-Maga-Tsu-Hi, pero luego creó el dios reparador Kamu-Nahobi. Lo maligno habita bajo la tierra en los infiernos, estos demonios son símbolo de las diferentes epidemias, enfermedades y calamidades que azotaron a los japoneses, pero todos estos males no son más poderosos que los Kami, quienes por medio de sus poderes mágicos pueden combatirlos o impedir su salida de su mundo subterráneo.
Los Kami se dividen en dioses del cielo llamados Ama Tsu Kami y dioses de la tierra llamados Kuni Tsu Kami. Los de la tierra son más numerosos y habitan en las islas del Japón. Algunas divinidades terrestres suben al Cielo, o por el contrario las celestes bajan a la Tierra. El Cielo, es llamado Ama y es un lugar accesible, con un paisaje igual al de Japón, además lo recorre un río celeste llamado Ama no Gawa.
Según la mitología japonesa la tierra estaba unida al cielo por un puente llamado Ama no Hashidate, el cual dejaba a los dioses subir y bajar, pero cierto día, mientras los dioses dormían, este cayó al mar. Es así como tuvo origen el istmo alargado al oeste de Kyoto.
En el interior de la tierra está la morada de los muertos, llamada de diferentes formas, “país de la tinieblas” (Yomo Tsu Kuni), “país de las raíces” (Ne No Kuni), o “país profundo” (Soko No Kuni). A los infiernos se puede penetrar de dos formas, la primera es una pendiente muy sinuosa, que comienza en la provincia de Izumo y termina bajo la tierra, y la segunda es un abismo sin fondo en el que se precipitan todas las aguas, esta junto al mar y en el día de la purificación suprema, irán allá junto a esta agua, todos los pecados y manchas. En este lugar se levantan los palacios y cabañas donde habitan los demonios, masculinos y femeninos, a estos últimos se las llama shiko-me que quiere decir mujeres feas o hisa-me, mujeres de fruncido entrecejo.
La mitología japonesa no ha transmitido mucho acerca de las antiguas creencias sobre la muerte, según algunos investigadores probablemente los sintoístas le tuviesen pánico a todo lo concerniente a este tema.
Entre las principales divinidades encontramos las siguientes:
Amaterasu, la Diosa del Sol: sobre la gran cantidad de divinidades en el shinto, la de mayor importancia es la diosa del Sol, Amaterasu, quien nació del ojo izquierdo del Izanagi cuando este se lo lavaba al regresar de los infiernos, es adorada no como un astro sino como una divinidad espiritual, como ascendiente de la familia imperial. De igual forma, los japoneses también le rinden culto al Sol, que le proporciona calor, y las ofrece los beneficios de la buena cosecha. En su templo principal en Ise, se guarda el espejo sagrado, que es el shintai de la divinidad, objeto por el cual la divinidad penetra para estar presente en las ceremonias del culto o para oír las súplicas que se le hacen. También en este recinto pueden observarse gran cantidad de gallos, los cuales como anuncian la aurora, son considerados aves consagradas al Sol. Antiguamente un cuervo de varias patas llamado Yata Garasu, era venerado como mensajero de Amaterasu, cuyo reino esta en las altas llanuras celestes y debe informarse por medio de intermediarios sobre lo que ocurre en la tierra. Los mares y el reino subterráneo están fuera de sus dominios.
Tsuki-Yomi, Dios de la Luna: según el mito, Izanagi fue quien, al lavarse el ojo derecho, cuando regresaba del infierno dio vida al dios de la luna. Esta divinidad es masculina, por ello en los antiguos poemas de la antología Manyoshu se agrega la palabra Otoko, que quiere decir hombre. En sus santuarios hay un espejo, que es el shintai del dios y el instrumento por medio del que puede manifestarse.
Divinidades de la Tormenta y el Fuego: Susanoo aparece en la totalidad de los mitos como el dios de la Tormenta y del Trueno, y en estrecha vinculación a los mitos agrarios. Los antiguos textos mencionan también las divinidades del Trueno en ocasión de la muerte de Izanami. Según cuenta el mito el cadáver fue guardado por ocho truenos, que se lanzaron luego en persecución de Izanagi, cuando este fue a los infiernos en busca de su esposa. Otras divinidades consideradas dioses del Trueno son Take-Mikazuchi, Ajizuki Takahikone. El dios del Trueno, Kami-Nari, es muy venerado y recibe culto en muchos santuarios. En los templos consagrados a Kami Nari, un sable ocupa el lugar del espejo shintai, y probablemente es el símbolo del rayo.
Divinidades de la Lluvia: la lluvia tiene divinidades particulares, Taka-Okami y Kura-Okami que tienen su residencia en las montañas, este último puede hacer nevar. El dios Taki-Tsu-Hiko, es una roca, en época de sequía se le dirigen súplicas y envía lluvia.
Divinidades de los Vientos: Según cuenta el mito, del aliento de Izanagi nació el dios del viento, Shina Tsu Hiko y para disipar la bruma que cubría al país, creó a la diosa Shinato-be. Son mencionados en un encantamiento llamado Norito por medio del cual, se dice que el dios del Viento llena el vacío entre la tierra y el cielo y sostiene a éste. Hay otra pareja de dioses de los Vientos, Tatsuta Hiko y Tatsuta Hime, se les hacían súplicas para una buena cosecha.
Divinidades de las Montañas: En Japón, las montañas son consideradas divinidades. El dios principal es O-Yama-Tsu-Mi, señor de las montañas, cuyo nacimiento ocurrió cuando el dios Izanagi cortó en cinco pedazos al dios del Fuego. La segunda divinidad es Yama-Tsu-Mi, el dios de las pendientes montañas, la tercera divinidad, Ha-Yama-Tsu-mi, el dios de las laderas inferiores, la cuarta Masaka-Yama-Tsu-mi, el dios de la pendiente abrupta y la quinta Shi-Yama-Tsu-mi, el dios del pié de la montaña. En Kojiki , se menciona una pareja de divinidades de los minerales de la montaña, llamadas Kana-Yama-kiko y Kana-Yana-Hime. Además el dios de las Laderas Montuosas, Saka-no-Mi-Wo-no-Kami.
Divinidades de los Ríos: los dioses de los ríos se denominan Kawa-no-Kami, río de dios. Los ríos conocidos tienen su divinidad particular, que son muy veneradas a causa de las inundaciones. El enano de Kappa, fue creado debido a la frecuencia en que las personas se ahogaban en los ríos, a él, se le atribuía la facultad de atraer al fondo de las aguas con medios mágicos. El dios de las Desembocaduras es llamado Minato-no-Kami. Las fuentes y los pozos también tenían sus dioses, el dios de los Pozos se llamaba Mii-no-Kami, el hace brotar el agua de la tierra.
Divinidades del Mar: las divinidades del mar son varias, la más importante es O-Wata-Tsu El Dios del Fuego: se le llama Kagu-Zuchi, pero en los encantamientos en invocado como Ho-Musibi, el que suscita el fuego. Los japoneses sienten temor por esta divinidad, pues los incendios producidos en épocas en que el viento sopla fuerte, destruyen fácilmente las casas de madera.
Los Dioses del Camino: el dios de la encrucijada es Chimatano-Kami, el dios de los Caminos infinitos Yachimata-hiko, acompañado de su pareja femenina, Yachimata-hime, el dios del lugar al que no hay que ir, Kunado, el del lugar que no hay que transgredir, Funado. Estas divinidades se denominan Sae-no-Kami, los dioses que alejan las desgracias, o Dosojin, los antepasados de los caminos, y tienen la misión de proteger a los hombres de los malvados dioses del infierno.
Divinidades Agrestes: el Kojiki ya citado anteriormente hace referencia a la princesa de las hierbas, Kaya-Un-Hime, divinidad de los campos y de las praderas y se conoce con el nombre de Un-Zuchi, mientras que otros textos citan a los dioses de los troncos de los árboles, Kuku-no-chi y a un dios que protege las hojas, Ha –Mori.
Divinidades de las Piedras y de las Peñas: el gran dios de la roca es Oiwa Daimyojin, “(…) muchas divinidades sintoicas tienen piedras como Shintai. Citemos la que según la leyenda llevó la emperatriz Yingo (170-269 de nuestra Era) sobre el vientre para aplazar el alumbramiento, porque a la sazón se encontraba al frente de una expedición militar en Corea. Dicha piedra recibió luego culto, e invocaban su ayuda las mujeres en la hora del parto (…). La tierra y tiene su diosa llamada Hani-Yasu-no-Kami.
La Diosa de los Alimentos: Uke-Mochi-No-Kami la que posee los alimentos, Waka-Uka-Nome, la doncella del alimento, Toyo-Uke-Bime, la princesa del alimento abundante.
El Dios del Arroz: llamado Inari, vinculado a Uke-Mochi, aunque su culto se halla mucho más difundido hasta el punto que sus santuarios son numerosos, con sus toru rojos. El pueblo imagina al dios Inari como un viejo barbudo, de pié sobre un saco de arroz y con un zorro a cada lado, como sus mensajeros. Aunque el pueblo ha terminado confundiendo a Inari con los zorros y ha terminado venerando ha dicho animal como divinidad del Arroz. Es considerado como dios de la Prosperidad en todas sus formas. Antiguamente era visto como el dios de los herreros que fabricaban sables.
Divinidades del Hogar: para los sintoístas el hogar está bajo la protección de varias divinidades. Está el dios de la Puerta principal y una pareja de la Cocina, llamados Oki-Tsu-Hiko y Oki-Tsu-Hime. La cocina imperial tiene su propio dios. El dios del Horno, Kamadono-Kami, también es venerado en todos los hogares. Antiguamente al dios de los Calderos le dedicaban unas fiestas especiales, organizadas por los artesanos que se servían de estos utensilios. El dios de las Letrinas inspiraba gran respeto y temor, pues entre los japoneses se creía que las divinidades malignas se instalaban en los sitios insanos y desde allí enviaban a los mortales peligrosos padecimientos.
Héroes Divinizados: No solo las divinidades mitológicas son consideradas Kami, sino también los personajes históricos. Esta tendencia no es muy antigua, según los textos es a partir del siglo IX, que empiezan a dirigir plegarias al emperador muerto, para obtener los beneficios de la lluvia o evitar una desgracia, presentándole ofrendas como si se tratara de un Kami. De esos emperadores deificados también había a quienes se les levantaron templos para aplacar su ira y el deseo de venganza por los sufrimientos que tuvieron en vida. También algunos hombres de Estado pasaron a ser dioses y fueron honrados con templos.

Los Seres Sobrenaturales en la Religión Germánica
La religión Germánica es aquella a la que se le conoce como la precristiana que dominó a las orillas de los ríos Rin, Vístula y Danubio. Con un cúmulo de creencias donde no había revelaciones divinas a los mortales ni poseía un libro sagrado de forma tal que sus historias fueron transmitidas oralmente en forma de poesía.
En la antigüedad germánica encontramos gran cantidad de divinidades, consideradas como personas, que más o menos relacionadas, están en el punto central del culto, la forma más común de llamarlas es “Gott”. Al principio cuando se tributaba adoración a los objetos llenos de fuerza, esta palabra pudo haber significado el amuleto protector, después la imagen de los dioses, de donde pasó a designar al ser que vive en ella. Sin embargo, en las fuentes germánicas se hayan otras denominaciones para designar a los dioses, la más usada es Aesir, o Ases, que parece haber significado primitivamente a los muertos que eran honrados a través de ofrendas y luego haber pasado a significar los dioses .
Los dioses germánicos fueron concebidos como hombres de naturaleza superior, que al igual que ellos eran mortales y estaban sometidos a los designios del destino. Tres de ellos fueron objetos de culto en los países germanos. Wodan a quien los germanos conocen como Odín. En segundo lugar Donar o Thor, y Tyr, estos tres dioses corresponden a la estirpe de los Ases. Había una segunda raza divina, los Vanes, de los cuales el más conocido fue Freyr. Concebido como un pueblo de guerreros, casi todos los dioses germánicos se destacan por sus virtudes bélicas, incluyendo a las diosas quienes a pesar de ser de un número reducido, se muestran llegado el caso, como temibles combatientes.
Las características de los dioses germánicos son descritas por Eugene Mogk, en su texto sobre la mitología nórdica de la siguiente manera:
Los dioses aparecen todos sólo como hombres sublimados. Ni son inmortales ni omnipotentes; su
poder puede ser ayudado o renovado por la acción humana; comen y beben, tienen pasiones como los hombres, pueden irritarse o mostrarse afables y, por tanto, puede obtenerse su favor por medio de dones. Su aspecto exterior es también igual al de los hombres; solamente se suele hacer resaltar en él ciertas cualidades de su ser. Unas veces van a pie, otras a caballo, otras en un vehículo como los hombres. En general son benévolos para con los hombres y hasta los ayudan con su consejo y acción, la esfera de su actividad no es siempre la misma , sino que muchas veces se extiende y penetra la de unos dioses en la de otros, los cuales, entonces, aparecen como sobrenombres de aquéllos. Esto sucede especialmente con el nórdico Odín. A veces, de las antiguas divinidades se desgajan otras nuevas; así los hijos de Tor, que primitivamente no eran sino cualidades de este dios .
Entre las principales divinidades y seres sobrenaturales podemos mencionar los siguientes:
Wodan-Odín: antes de convertirse en una divinidad todopoderosa, Wodan fue un dios secundario, un espíritu de la tempestad. Poco a poco reemplazó en la veneración, a Tiuz, dios del cielo, y más tarde a Donar-Thor, dios de las tempestades. Los germanos veneraban al dios Mercurio, que no era otra cosa sino la traducción latina del germánico Wodan, antiguo nórdico Odín. El día romano dies Mercurii (Miércoles), se tradujo Wodanes-tac (antiguo nórdico Odindagr, inglés Wednesday) . Era ante todo el jefe del ejército de los muertos o ejército furioso (Wuotes), y el dios del viento. Más tarde, pasó a encarnar al dios del heroísmo y la victoria, que resuelve desde las alturas cuanto concierne al destino de los hombres. Es el dios de la guerra y de la inteligencia, de figura hermosa, de habla elocuente, considerado también dios de la poesía. Puede adoptar cualquier forma, de pez, ave, toro, serpiente o monstruo. Cuando se dispone a entrar en combate su presencia inmoviliza a sus enemigos y los deja sordos y ciegos. A este dios le corresponde establecer las leyes que regulan las sociedades humanas.
Como los muertos, posee el don profético y puede manifestar a los hombres su porvenir, puede trasladarse a sitios apartados en pocos instantes y saber lo que allí sucede. Odín puede mostrar su poder a los humanos y ejercerlo sobre los elementos y fenómenos naturales, puede apagar fuego, calmar los mares, dirigir los vientos y derramar sobre los hombres dichas o calamidades, debido a esto también se le da el nombre de Gondlir (hechicero) o padre de la magia. Conoce fórmulas mágicas que curan los males, que reducen a la impotencia las armas de sus enemigos y liberan a los cautivos, pueden incluso conquistar el amor de las mujeres. Es lógico, pues, que sea el señor de los signos rúnicos, puesto que de estos caracteres se sirvieron los antepasados de los escandinavos, grabándolos en madera o en piedra, tienen una fuerza y una significación mágica .
Loki: es un espíritu o silfo del fuego, su padre es Farbanti, un gigante de la mitología nórdica, (el que hace fuego cuando golpea), y su madre Laufey (la isla boscosa), el tronco con hojas de donde sale el fuego . Esta figura se encuentra algunas veces unida a los Ases, otras entre el ejército de demonios enemigos de los dioses. Es una creación de la poesía mítica, a quien en ningún caso se le rinde tributo. En el mundo de los dioses a veces los lleva a situaciones de peligro, pero sabe sacarlos debido a su astucia. Es la figura principal en las anécdotas de los dioses y se han transferido a él ideas de las leyendas medievales del diablo.
Donar-Thor: alguno de los pueblos germánicos llegaron a considerarlo como la divinidad más poderosa del panteón. Los antiguos escritores latinos le dan el nombre de Hércules, posteriormente, fue asimilado a Júpiter por los escritores romanos, quienes consagraban a este dios, el día jueves (Jovis dies). Donar- thor era una divinidad que inspiraba miedo. Cuando los truenos sonaban con fuerza, las gentes sencillas creían que era el carro de Donar que corría por la bóveda del cielo. Cuando caía un rayo, creían que él quien arrojaba su centelleante arma. En la imaginación de los germanos primitivos esta arma era un hacha o un gran martillo de piedra que se lanza a la cabeza del enemigo. No solo fue venerado como el dios del trueno, sino además como una divinidad de la guerra, pues los germanos lo invocaban y le cantaban sus glorias al entrar en combate.
Tiuz o Tyr: en la mitología germánica es un dios de la guerra, por lo que los romanos lo asociaron a Marte, y los ingleses se sirvieron de su nombre para formar la palabra Tuesday, que no es más que la transposición latina de la expresión Martis dies. Probablemente los soldados germanos quisieron considerarlo como el protector de las asambleas solemnes del pueblo y de los pequeños grupos de germanos que vivían en el extranjero. La tradición alemana sobre este dios es poca debido a que quedó relegado por la avasalladora personalidad de Donar. Los poetas se ocuparon de vincular a Tyr con la gran familia de divinidades germánicas, unos lo consideraban hijo del gigante Hymir y otros, hijo de Odín. Es descrito como un dios muy bravo y temerario y es quien atribuye la victoria de uno de los bandos en pugna, debido a esto, es recomendable invocarlo antes de marchar al combate.
Heimdall: es una divinidad de la luz, cuyo nombre significa el que lanza claros rayos, que quizá representan la luz de la mañana, el alborear de un nuevo día o probablemente el arco iris.
Balder; su fascinante belleza irradia una especie de resplandor entorno a su figura. Su sabiduría es inigualable, aún por los Ases y basta con verlo y oírlo para amarlo, por lo cual es el favorito de los dioses.
Los Vanes: considerados como divinidades pacíficas y benévolas, en oposición al aspecto guerrero de los Ases. Eran los dioses que dispensaban a los campos, los pastos y los bosques, la luz del sol y la lluvia fecundante. La vida de hombres, plantas y animales, fue multiplicada bajo su protección, gozando de su actividad benéfica, especialmente en primavera y en verano, recibiendo como pródigos dones suyos, la caza, las cosechas y de modo general toda clase de riquezas. De igual forma, eran considerados como los protectores del comercio y de la navegación.
Las Diosas: estuvieron en segundo plano y solo una fue objeto de la adoración general, la llamada Frija, cuyo nombre significa “la bienamada”. Es comparada a su esposo Odín, en sabiduría y dotes adivinatorias. Protege a los matrimonios y concede a los esposos fecundidad, aunque a veces es la primera en transgredir los principios de la fidelidad conyugal. Las diosas son en mayoría eran divinidades locales, veneradas por soldados germánicos al servicio de los romanos.
Espíritus: se creía que las almas de los muertos eran capaces de ejercer un poder mágico, por tal motivo en todo el territorio germánico se les tenía temor y debido a esto, en algunas ocasiones los germanos enterraban a sus muertos a las puertas de sus casa con la esperanza de que estos se convirtieran en los espíritus protectores de sus habitantes y del propio hogar. De la misma forma creían que las almas podían llegar a tener la apariencia corporal que tenían en vida, o la de un animal, para hacer pagar por ultrajes de los cuales habrían sido víctimas en vida. En algunas regiones, de forma contraria, se creía que los espíritus se reunían lejos de las zonas habitadas, con lo cual nació el mito de la “caza salvaje”, donde un ejército de fantasmas, siguen en una frenética carrera, sobre corceles voladores al dios Wodan-Odín, esta cabalgata suele percibirse en las nubes cargadas de tormenta.
Nornas: eran representadas como hilanderas por cuyos dedos pasaba el hilo del destino de cada mortal, la longitud de este, determina la duración de su vida. Asimismo, tenían la capacidad de juzgar la suerte merecida por cada individuo, incluyendo a los dioses, pues éstos, no estaban libres de escapar al destino, cada uno tiene su propio tapiz, el cual no es visible para ellos. Las Nornas eran tres, la primera de ellas se llama Urd, lo que quiere decir “destino”, sus dos compañeras son conocidas como Verdandi “lo presente” y Skuld, “lo por venir”. Las tres Nornas o divinidades del destino, viven al pie del fresno de Yggdrasil, que es el árbol del mundo, un monstruo llamado Nidhogg, roe sus raíces, y cuatro ciervos devoran los brotes de las ramas, sin embargo, no para de crecer, gracias a los cuidados de las Nornas, que los riegan con aguas de la fuente de Mimir, en las aguas de este manantial nadan dos cisnes de los que proceden todos los humanos. El equivalente de las nornas para los griegos eran las Moiras y para los romanos eran las Parcas.
Valquirias: también son consideradas divinidades distribuidoras del destino, pero su poder se limita solo a los guerreros, en el campo de batalla conceden la victoria a unos de los líderes en pugna, designan a los héroes que deben perecer y eligen entre ellos a los que más tarde, en Valhalla , serán admitidos a beber cerveza y el hidromiel en los banquetes de Odín. Además participan personalmente en los combates.
Guinard habla de la descripción que hacen los poetas.
Los poetas suelen presentar a las Valquirias como diosas cubiertas con casco, empuñando una flamígera lanza y montadas sobre aéreos corceles, de cuyas crines caen gotas de rocío en los valles, o granizo sobre los bosques. Pero a veces las representan también con la apariencia de muchachas que llevan plumas de cisne y pueden volar. En rigor, no puede afirmarse que toda muchacha-cisne sea necesariamente una Valquiria, pero si es cierto que toda Valquiria tiene siempre la posibilidad de metamorfearse a en una doncella-cisne. Estos extraños y graciosos seres sienten predilección por las orillas de los lagos o estanques, en el interior de los bosques solitarios, y pueden, a voluntad, desprenderse de su plumaje y recobrar la forma humana (…)
Las Valquirias aparecen en todos los pueblos germánicos, solo en la poesía escandinava se encuentran en el círculo de los dioses y en relación con Odín. Otros pueblos les conceden cierto carácter demoníaco, pues matan a los hombres como las brujas y les tienden lazos especialmente en las batallas.
Elfos y Enanos: la palabra elfo sirve para designar a todo espíritu o demonio que habita en la Naturaleza, en los bosques, en las aguas o en las montañas. Los elfos destacan como seres serviciales, aunque en ocasiones destacan por su malignidad. Durante la época escandinava formaron dos grupos, los álfar de luz, que viven el cielo, y los álfar negros u oscuros, que viven en las tumbas, en los montículos y bajo la tierra. La poesía inglesa lo describe como seres de luz, apacibles y bondadosos, pero los antiguos germanos no podían evocarlos sin sentir cierto temor. Eran imaginados más hermosos y formados que los humanos, aunque de estatura menor. Se organizaban socialmente y obedecían a la autoridad de un rey, al que juraban fidelidad. Sus pasatiempos eran la danza y el juego, actividades que llevaban a cabo durante la noche, ya que temían a luz del sol y huían de las miradas humanas. Según los mitos, si eran sorprendidos por algún mortal mientras bailaban en el claro de un bosque, éste quedaba hechizado por la belleza de los elfos femeninos, y si decidía formar parte de la ronda podría considerarse definitivamente perdido. Los elfos eran seres sutiles y sabios hasta el punto de conocer el por venir.
Los enanos son también de pequeña estatura y habitan en parajes secretos, frecuentemente subterráneos, y poseen una inteligencia y presencia fuera de lo común, pero a diferencia de los elfos se encuentran lejos de ser hermosos y regularmente presentan una deformidad, son jorobados y tienen enormes cabezas, su cara es lívida y enmarcada por una barba larga. Son los poseedores de los tesoros que guarda la tierra, y como tales son hábiles orfebres y herreros incomparables, por lo cual a ellos se les atribuye la fabricación de las armas de los dioses y los objetos de adorno de las diosas.
Elfos de una naturaleza particular son las divinidades que habitan junto a las fuentes y a las aguas de los ríos. Estos espíritus de las aguas de forma regular tomaban la apariencia humana, los más conocidos eran las “nixas” o hablando de género masculino “nix”, que también tomaba el nombre de Wassermann, “el hombre de las aguas”. No les importaba mostrarse a los mortales, lo cual significaba la perdición de éstos. Las nixas eran criaturas de belleza cautivadora, que usaban para enloquecer, lo que las hacía espíritus crueles que disfrutaban causando daño a los hombres. Otros llamados Kobold, se instalaban en los hogares humanos y llegaban a convertirse el los genios tutelares de la familia. Se esforzaban en ser útiles, realizando labores propias de la casa a cambio de leche y restos de comida, la cual nunca la sirvienta debía olvidar, ya que eran seres vengativos y provocaban accidentes domésticos, luego de los cuales podía oírse su risa burlona. Asimismo, en los bosques y en el campo tenían su hogar infinidad de espíritus, que residían en los árboles, tendían a asemejar el aspecto del medio donde se desenvolvían, podían presentar su cuerpo cubierto de vello, como si fuera musgo y el rostro tan lleno de arrugas como la corteza vegetal. Tenían fama de ser muy serviciales, conocían las propiedades curativas de las plantas y podían conjurar con ello los estragos de las epidemias. Los espíritus de los campos eran concebidos con forma de animales.
Gigantes: la única diferencia que se le podría atribuir a los gigantes de los enanos y los elfos es la estatura, pues al igual que ellos se mostraban como seres benéficos o como potencias hostiles. Comúnmente inspiraban temor, y su mal carácter se debe a que a ellos se atribuye los grandes fenómenos de la naturaleza como lo son, los huracanes, las tempestades, los volcanes, los terremotos, etc. Se consideran los seres que primero existieron, incluso antes de los dioses. En su aspecto físico se manifiestan la rudeza y brutalidad de los tiempos en que el mundo surgía lentamente de la nada. El nombre empleado en el territorio escandinavo era el de Troll. Los gigantes aparecen por doquier en la naturaleza. Se dice que recorrían el cielo en las nubes cargadas de tempestad, que causaban el viento y desencadenaban granizadas sobre las mieses de los campos y dejaban oír su voz al retumbar de los truenos por los valles y las montañas. Cuentan los mitos que cuando pasaba una nube azotada por el viento se trataba de un gigante que perseguía a una doncella con el fin de apoderarse de ella, esta es una similitud con Wodan, pero no es casual, pues este, ascendió poco a poco al rango de las divinidades superiores. Otros gigantes tienen su residencia en las agrestes montañas. Los ruidos que se oyen a veces en los desfiladeros, el desprendimiento de los grandes peñascos y las inundaciones de los torrentes, no son más que las manifestaciones de la ira de estos seres. También hay gigantes de mar, siendo su señor Egir.

Los Seres Sobrenaturales en la Religión Islámica
Las bases de la religión islámica están asentadas sobre dos hechos, el primero de ellos es que nada tiene derecho a ser adorado excepto Dios, (la ilaaha Ila-Al-lah), siendo este unos de los aspectos más importantes del Islam, ya que afirma la creencia en el monoteísmo de Dios. Quienes realizan esta declaración se colocan en total sumisión a Dios y se comprometen a rendirle culto y obediencia total. Dios dice en el Corán: “No he creado a los genios ni a los humanos, sino para que rindan culto a mí solo” . El segundo hecho es que Muhammad es el mensajero de Dios (Muhammadam-Rasul-ullad). Desde el inicio de la humanidad Dios, envió mensajeros a cada grupo de personas y naciones, siempre ordenándoles que le rindieran culto y que rechazaran las deidades falsas. Todas estas revelaciones de Alá quedaron plasmadas en el Corán, que es libro sagrado del Islam, y fueron dictadas por Yibril, es decir, al ángel Gabriel, al profeta Muhammad.
Para los musulmanes el nombre de Dios es Alá, todopoderoso y creador del universo, el uso de este nombre implica la pureza de su creencia. Para algunas personas que no pertenecen a la religión, el Dios de Islam es rígido y cruel. Sin embargo, para ellos nada se aleja más de la realidad y consideran a Dios como el más clemente y misericordioso, pera también el más justo, por lo cual los malvados deben ser castigados y los virtuosos recompensados. El Islam rechaza representar a Dios en cualquier forma humana o que Dios sea colocado a favor de individuos o naciones basado en la cantidad de riquezas que posea, poder o raza, para ellos todos los hombres fueron creados iguales, y solo a través de sus buenas acciones pueden ganar el favor de Dios. La vinculación de Dios, con cualquier divinidad es un pecado mortal que no puede ser perdonado. La existencia de Dios es eterna y sus atributos son absolutos. El Corán dice: “Dios es el creador de todo y guardián de todo. Suyas son las llaves de los cielos y la tierra” .
El concepto de que Dios fue encarnado en un cuerpo humano es una blasfemia, en el texto del Corán se manifiesta lo siguiente acerca de las escrituras bíblicas:
¡Oh adeptos de las escrituras! No exageréis en vuestra religión y no digáis de Dios sino la verdad.
Por cierto que el Mesías, Jesús, hijo de María, solamente es el enviado de Dios y su palabra, con que agració a María, y su espíritu procede de Él. Creed pues en Dios y en sus mensajeros, y no digáis: “Tres”. Absteneos de ello y será mejor para vosotros; porque Dios es un dios único.
¡Glorificado sea! ¡Lejos está de tener un hijo!
Con esto queda de manifiesto que en el Islam no hay ningún intercesor, y que ninguna persona, por virtuosa que sea puede ser venerada, ni objeto de ningún tipo de culto.
En el Islam existe la creencia en seres sobrenaturales de creación divina tales como los ángeles (malaika), demonios (sayatin) y genios (yinn). El espacio que les ha sido asignado por Alá, marca su destino e identifica su carácter. Los ángeles son criaturas impecables que pueblan el paraíso, los demonios viven en los infiernos y los genios junto a los hombres habitan la tierra.
Los Ángeles: en la religión musulmana la creencia en los ángeles es muy importante, puesto que fue uno de ellos, Yibril o Yibrail, en castellano Gabriel, quien reveló a Muhammad en el nombre de Alá el libro sagrado del Corán. No son considerados seres divinos, por lo cual no se les puede venerar, estan al servicio de Dios y se someten a su voluntad. Fueron creados de la luz antes que los seres humanos, no tienen necesidad de comer o beber, tampoco pueden procrear, y no tienen libre albedrío, por lo tanto no pueden pecar. En el mundo islámico los ángeles tienen escasa representación, pero en las Escrituras se les describe como seres hermosos con varios pares de alas, aunque generalmente se les representa con un único par, además pueden tomar la forma humana. En el islamismo no hay ángeles caídos, así que Satanás no es uno de ellos sino que es un genio creado por Dios, pero diferente a los seres humanos y a los ángeles.
En la religión musulmana los ángeles tienen diferentes jerarquías, pero estas no son complejas. Hay cuatro ángeles que son los considerados de mayor importancia, en el Islam, el mayor es Yibril o Yibrail (Gabriel), a quien el profeta Muhammad vio en su forma original cuando este le reveló el Corán, es el jefe de todos los ángeles y el mensajero de Dios para todos los profetas . En segundo lugar tenemos Azrail o Azrael, que en las creencias del Islam, es el encargado de que el alma humana abandone el cuerpo, en otras palabras, es el ángel de la muerte , la separación puede ser de una forma suave o violenta dependiendo del comportamiento de la persona en vida. Encontramos también al ángel Mikail o Miguel, que se encarga de que las lluvias y las tormentas caigan en la dirección que Alá desee. El otro ángel es Israfil o Rafael con la misión de tocar la trompeta de la verdad, como señal de la llagada del Día del Juicio, y además es quien introduce las almas en los cuerpos de los que están por nacer. Hay otros ángeles menores entre los que podemos mencionar a Malik, el ángel responsable del Infierno y a Radwan, en el del Paraíso. Rakib y Athid, registran las buenas y malas acciones realizadas por los humanos a lo largo de su existencia, son conocidos como los honorables escribas. Nakir y Munkar, son los encargados de interrogar a las personas cuando mueren acerca de fe. Hay otro cuyo nombre es Charrsk, tenido como el ángel de la luz y de la oscuridad, a su cargo se encuentran otros diecinueve ángeles llamados los Zabaniya, cuya misión es administrar los castigos que deben ser propinados a los condenados al fuego. Los ángeles de la guarda encargados de proteger a los fieles a lo largo de su vida, dormidos o despiertos.
También tenemos ángeles que conforman el ejército celestial de Dios, de pie en filas, nunca se cansan, ocho son los que sostienen su trono, otros inclinados nunca levantan la cabeza siempre adorando a Dios. Para los musulmanes Dios no tiene necesidad de de estas criaturas celestiales, pero su creación es una prueba de su magnificencia.
Los Yinn o genios: fueron creados antes que la humanidad, a diferencia de los hombres que fueron formados a partir de la luz y la arcilla, según el Corán los yinn fueron creados de un fuego sin humo , debido a esto tienen una naturaleza arrebatada. El texto coránico a veces, identifica a lo yinn con demonios y pone énfasis en su hostilidad hacia los seres humanos. Los yinn son entes de libre voluntad que viven en la tierra, en un mundo paralelo, invisible para la humanidad, de allí su nombre, que proviene del verbo “yanna” que significa esconder u ocultar. No se puede ver a un yinn, pero sí oírlos y tocarlos.
En muchos aspectos los yinn se asemejan a los seres humanos, comen, beben, procrean y mueren, aunque sus vidas son mucho más largas que las nuestras. Al igual que nosotros estarán sujetos a un Juicio Final, llegado ese momento estarán presentes junto a la humanidad y serán enviados al Paraíso o al infierno. Se distinguen de los seres humanos por los poderes, esta condición da para explicar gran parte de los fenómenos que se producen en el mundo. Los yinn residen en bajo la superficie terrestre y acceden al mundo a través de todo lo que conecta los dos planos de la realidad: los pozos, árboles, fuentes, etc. Este acceso al mundo terrenal les permite recuperar parte del espacio del cual fueron expulsados por los ángeles. En el mundo de los hombres residen en baños, fuentes, desiertos, cementerios, ruinas, la oscuridad acompaña sus actos. Los yinn pueden asumir cualquier forma física, se pueden presentar como seres humanos, animales, árboles, etc. También tienen la facultad de poseer los cuerpos y las mentes de otros seres. Para el Islam la veneración a ídolos, es una puerta que se abre para permitir la posesión, ya que los yinn malvados desean que la gente venere a seres diferentes a Dios.
Los yinn son seres peligrosos y deben se evitados, su nombre no se pronuncia en voz alta y se utilizan eufemismos para referirse a ellos. Involuntariamente se las puede molestar debido a su condición invisible, lo que puede causar su cólera y venganza, pero esto, no siempre es la causa de sus acciones, son especialmente amenazantes para las personas que se encuentra en situaciones especiales como mujeres embarazadas, novios, niños recién nacidos o moribundos, ya que son muy vulnerables. Para prevenir la acción de los yinn los seres humanos deben realizar una serie de acciones, como no visitar los sitios en los cuales pudieran residir, especialmente durante la noche. De igual forma, deben recitar el Corán periódicamente en sus casas. El incienso se considera un medio para congraciar su ánimo en caso de visitas inesperadas e incluso prevenirlas. Los seguidores de la religión islámica creen que durante el mes del Ramadan, mes bendito en el que la comunidad musulmana participa colectivamente en el ayuno purificador, los yinn no visitan la tierra, con excepción de la noche del veintisiete, “noche del destino”, es tradición quemar incienso y dejar las luces encendidas para que los visitantes puedan encontrar el camino de vuelta a su morada habitual.
No todos los yinn son iguales, podemos mencionar los denominados “ifrit”, que algunos tienen como genios malignos, suele ser descrito como un espíritu amenazante, compuesto de humo que puede tomar el tamaño que desee, lo cual le permite ocultarse en pequeños recipientes de los que sale de repente alcanzando las proporciones de un gigante. Para algunos estudiosos los “ifrit” pueden resultar bondadosos, esta ambigüedad, no la comparten otros genios. Otro tipo de yinn es el “gut”, que es una especie de ogro que oculta su naturaleza bajo el disfraz de ser humano, aunque siempre es posible reconocerlo por sus pies con pezuñas. Se concentra en los viajeros a quienes devora después de hacerlos perder su camino. Quien enfrente a uno de ellos debe tener presente que tiene que matarlo al primer golpe, porque el segundo le devuelve su vigor.
Conclusiones
Las tres religiones elegidas para estudiar el carácter de los seres sobrenaturales tienen características muy diferentes en cuanto a creencias se refiere, para empezar tenemos el Shinto, que es un religión de carácter animista con una multitud de divinidades que difícilmente puede ser equiparada por la religión Germánica, aún siendo esta politeísta, y mucho menos el Islam, que es una religión monoteísta, cuyo único representante divino es Alá.
Los seres sobrenaturales poseen innumerables diferencias y quizá algunas afinidades entre las diferentes creencias religiosas. Por ejemplo, la religión del Shinto puede ser considerada similar a la religión Germánica en que ambas son capaces de venerar a varios dioses, aunque el número de divinidades pertenecientes a la primera de ellas es prácticamente imposible de medir, ya que los Kami pueden crecer en número a medida que avanza el tiempo, pues hay personas que llegan a ser divinizados, así como también objetos que posean una gran antigüedad. En ambas religiones los dioses son representados de forma similar a la de los humanos, y se les atribuyen algunas de sus virtudes y defectos, pueden hacer el bien o mal, pero generalmente son buenos. Mientras en la religión islámica la representación de Dios en cualquier forma humana es rechazada, Alá es considerado el más bueno y es impensable que pueda actuar mal. Para los musulmanes Alá es omnipotente, mientras en el Shinto y la religión Germánica las divinidades no lo son, en el Shinto los dioses que están en los cielos no saben lo que ocurre en la tierra, y lo mismo pasa con los dioses de la religión Germánica.
La creencias en seres sobrenaturales de otra índole diferente a los dioses también se encuentra marcada sobre todo en la religión Germánica donde abundan cantidades de mitos sobre espíritus, elfos, enanos, valquirias, etc. Los antiguos germanos creían que la tierra estaba habitada por un gran número de seres de esta naturaleza diferente a la humana. En el Shinto todo lo sobrenatural es considerado un Kami, es decir, una deidad. Y finalmente en el Islam donde además de Dios, solo se reconoce la existencia de dos tipos de seres sobrenaturales que son los ángeles, que vendrían a la tierra por mandato de Dios a realizar ciertas tareas, y que en ningún caso podrían ir en contra de sus órdenes y los genios o yinn, dotados al igual que los humanos de libre albedrío, con la capacidad de realizar el bien o el mal.
Para concluir en cualquiera de estas tres religiones la existencia de seres sobrenaturales, ya sean dioses o criaturas de cualquier otro tipo, tiene un significado especial que los lleva a venerarlos, respetarlos o simplemente a temerles.


Bibliografía

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lunes, 25 de enero de 2010

La muerte y el más allá. Entre paraísos e infiernos.

Introducción.
La muerte en todas las culturas es el final de la vida individual, que suscita fuertes emociones y reacciones, de igual forma insta al ser humano a meditar sobre su propia existencia; sin embargo, la variedad de pensamientos y conductas en torno a la muerte, sus causas, su naturaleza, las relaciones entre los muertos y los vivos y las ceremonias que los difuntos requieren, son muy variadas.
La muerte es un elemento que juega un papel importante dentro de las religiones, porque el ser humano ve a la muerte como algo ajeno a él, no acepta que es un ser temporal y de que su permanencia en el mundo es limitada por el pasar del tiempo, por lo que las religiones le ofrecen al ser humano una forma de eludir la muerte, este rechazo al morir, hace que se busquen maneras para tratar de eludir este hecho que es completamente natural; la respuesta que las religiones encontraron a este problema fue crear un más allá, una vida después de la muerte, es decir una forma de no morir; “también se vehicula (a la muerte) por medio del mito, como construcción simbólica que postula caminos por los que el muerto deambula y cuya complejidad y variabilidad ilustran que las diferentes religiones ordenan por medio de mundos imaginarios las necesidades sociales y psicológicas que el morir desencadena” (VELASCO, 2002)
Es decir las religiones no solo ofrecen otra vida o la continuación de la vida, sino que brindan tras el cumplimiento de una serie de pautas una vida mejor en el más allá, por eso la muerte se configura como un rito de paso fundamental, pues es el paso a una vida mejor, que se sitúa en lo atemporal, donde todo es eterno y seguro; lo que es muy importante porque le da al hombre esperanza, para soportar las cosas malas de la vida, en donde se destaca la muerte, no solo la propia, también la de los seres queridos, que por el apego que tiene el hombre a este mundo temporal, donde nada es seguro, piensa que los seres que lo rodean serán eternos, y cuando choca con la realidad y se percata que todos morimos, entra en un estado depresivo, que causa mucho dolor, y es aquí donde las creencias religiosas ayudan a sobrellevar el asunto de la muerte.
De igual forma las diferentes religiones se ven en la necesidad de explicarle a la sociedad la existencia de la muerte, por lo que utilizan mitos para exponerle a las personas que la muerte es un castigo, por lo que se deben cumplir una serie de normas para poder acceder al más allá y salvarse de la muerte.
La muerte es un hecho tratado con bastante importancia dentro de una religión, podemos decir que es la base fundamental de la religión, porque justifica su existencia, de hecho vemos como cada religión posee una serie de rituales fúnebres que son muy importantes para su estudios porque reflejan como una determinada sociedad ve a la muerte.
Pero no todas las religiones ven y tratan a la muerte y al más allá de la misma forma, cada religión tiene sus particularidades, dependiendo de la sociedad donde esta religión se desenvuelva. hemos decidido tratar a la muerte en dos religiones Cristianismo, (monoteísta), y la religión de los griegos (politeísta), para así poder comparar a estas dos religiones bajo el mismo ámbito, en dos puntos específicos: el más allá y los rituales funerarios.

El más allá
*Los Griegos: en la religión griega politeísta, el paso al mas allá no esta tan definido como para los cristianos, en donde se distingue con claridad un paraíso y un infierno; por el contrario en la religión de los griegos cuando una persona fallece, se dirige a la casa de los muertos, vigilada por Hades que se le considera el dios de la muerte, de aquí que el nombre que reciba este lugar sea Hades.
El Hades es un inframundo un mundo rodeado por ríos de aguas lentas y estancadas, al cual se accede por una caverna. El reino está rodeado por 4 ríos en parte subterráneos, el Estige rio del odio, el Aqueronte rio de la aflicción, el Lete rio del olvido y el Piriflegetonte rio del fuego, lleno de tinieblas donde moran los muertos por la eternidad, en forma de sombras o espectros, son el reflejo de lo que fueron en la vida, las pocas personas entre los griegos que visitaron el hades y regresaron contaron que era un lugar terrible, donde las sombras mendigan por sangre, alimento y dinero. La mitología griega cuenta que los fallecidos entraban al inframundo cruzando un río, llamado Aqueronte, guiados por Caronte, un barquero hijo inmortal del Erebo y de la Noche, llevaba las almas de los muertos por el Estige y según otros mitos también por los demás ríos, los guiaba hasta su morada, allí les cobraban un pasaje por ir en la balsa, una moneda, denominada óbolo, entre los griegos, esta pequeña moneda era puesta bajo la lengua del difunto por sus familiares, para que cuando llegara a la entrada del inframundo pudiera pagarle a Caronte su viaje hasta el hades, sino moraría en la orilla del rio por siempre, de hecho los que no tenían amigos ni familias que les dieran la moneda a la hora de morir, no podían cruzar el rio, así que se reunían en la orilla por la eternidad.
El barquero no permitía que ningún ser vivo subiera a su barca e hiciera la travesía, Hades lo había instruido para que no dejara cruzar el río a ninguno, sin embargo la mitología cuenta que algunos héroes lograron burlar su vigilancia o convencerlo para que hiciera una excepción a la regla.
En la otra orilla del rio se encontraba Cerbero un perro de tres cabezas que era hijo de Tifón y Equidma, y era el encargado de vigilar la llegada de los espectros a la casa de los muertos, salvo en contadas ocasiones, que dejo entrar a algunos vivos, así, Orfeo logró dormirlo gracias a los sones de su música, y Eneas lo durmió gracias a una comida especial preparada por la Sibila. En combate, solamente Hércules fue capaz de derrotarle, después de encadenarlo lo llevó hasta Trezena, tras lo cual lo restituyó al Hades, este hecho es uno de los famosos trabajos de Hércules. Estas han sido las únicas veces en que Cerbero ha abandonado la entrada del reino de Hades.
Desembarcada la sombra y tras cruzar las Puertas del Hades estas quedaban completamente cerradas; los espíritus que llegan al Hades pasan entonces a través de la llanura de Asfódelo, un lugar gris, chato y nebuloso con árboles de ramas inclinadas hacia el suelo. Más allá se encuentran los prados de la Región del Erebo y la laguna Lete, donde iban a beber las sombras de los difuntos, cada vez que un espectro tomaba de estas aguas olvidaba su vida pasada, es decir perdía su conciencia, a diferencia del cristianismo, que las personas permanecen en el más allá, en una continuación de su vida en la tierra, con todos sus recuerdos, incluso junto a sus familiares; en el mundo griego esta idea no persiste, porque para ellos la vida después de la muerte si continua, pero no de la misma forma que en el cristianismo, porque al llegar a la casa de los muertos los difuntos no llegan en forma corpórea, sino como espectros o sombras es decir un vago reflejo de lo que ellos solían ser en el mundo, y una vez trascurrido un tiempo en el Hades los recuerdos de tu vida en la tierra se van difuminando, perdiendo así la conciencia de su existencia.
Estos espectros pasan por una suerte de tribunal formado por 3 jueces, Minos, Radamantis y Éaco, elegidos por su gran sabiduría y por la vida ejemplar, sometían a los espectros a un juicio, donde evaluaban los actos que habían realizado en su vida en la tierra, aquí podemos ver que como en el cristianismo el sentido moralizante que tiene el juicio, claro en el cristianismo el juicio final juega un papel mucho más trascendental a la hora de morir, porque la misma dualidad de la religión cristiana hace del juicio un elemento decisorio en la vida, (después de la muerte), del ser humano; mientras que para los griegos también tiene un sentido moralizante pues los castigos o penitencias que son impuestas a las sombras son terribles, y tienen como objetivo hacer que las personas no cometan malos actos, pero la misma estructuración del más allá de los griegos por no presentar este dualismo, sino que dentro del mismo mas allá existen muchos espacios y no están tan bien diferenciados.
Por ejemplo si moralmente el difunto era considerado ni como una persona bondadosa ni como malvada, se le guiaba hasta la llanura de Asfódelo. La gran mayoría de las sombras, pálidos reflejos de los vivos que fueron, moraban en este lugar, que era triste donde la noche y el día no eran más que un eterno crepúsculo.
Si en el juicio han sido considerados como bondadosos, entonces son enviados a los Campos Elíseos a través del Río Aqueronte, es una región menos sombría con nubes blancas y vaporosas, allí los espectros no trabajan. Entre los difuntos este era el destino de una minoría, los más afortunados, generalmente héroes,
“Si una vida de bienaventuranza, no empañada por ninguna nube sólo puede concebirse en el más alejado rincón de la tierra, celosamente salvaguardado de toda intrusión de elementos extraños, basta darse un paso más para llegar a la hipótesis de que tal bienaventuranza sólo puede gozarse allí a donde no llegue ningún hombre, ni llevado por el azar ni empujado por su propia decisión…Creíase que el único modo de asegurar la bienaventuranza de los elegidos para gozar de una vida eterna era sustraer para siempre su morada de toda indagación, a toda importuna experiencia. Esta bienaventuranza se concibe y se pinta como un estado de dicha bajo un cielo soleado; la vida de los hombres que allí moran es, dice el poeta, fácil y exenta de fatigas, se asemeja a ello la de los dioses, pero se distingue de esta porque no conocen lo que son aspiraciones y actividades.” ( ROHDE, 2006)
Por último, si han sido considerados malvados, los espíritus son enviados a la región del Tártaro, tierra bordeada por una parte de la Estige y situada en las profundidades extremas, donde reina una noche eterna. Los que han cometido los más graves pecados son arrastrados allí, en este lugar los espectros son obligados a cumplir penitencias por la eternidad, de hecho fue en este lugar donde Zeus encerró a los Titanes.
De esta manera el Hades se divide en tres partes: la de los buenos, la de los malos, y la de los que no merecen castigo ni recompensa. Y aquí vemos una similitud con el cristianismo, y la tripartición cristiana entre cielo, infierno y purgatorio, representada por Dante.
Los Griegos también poseían un lugar especial donde iban algunos elegidos, llamado el Jardín de las Hespérides, o la isla de la buenaventura, en esta isla se encuentra un árbol que da manzanas doradas que proporcionan la inmortalidad. Allí originalmente iban los héroes, o personas que por sus actos los dioses consideraban que debían ir a este lugar, tal es el caso de Ganimedes, que es raptado por Zeus y llevado al Jardín de las Hespérides
Esto nos refleja que para los griegos la salvación no es un punto de tanta importancia, quizás por el hecho de ser una religión politeísta, en donde hay muchos cultos, se encuentra realmente muy desconcentrada, no hay presencia de un dogma, como el cristiano, de hecho bastante común en las religiones monoteístas. Para los griegos la vida después de la muerte era sombría y en muy pocos casos era vista como un paraíso, ninguno de los dioses olímpicos prometían la salvación, para ellos era un destino inevitable.
Por otra parte la práctica funeraria más popular entre los griegos fue el entierro. Para ellos era fundamental ser enterrados cerca de su tierra natal, por eso siempre intentaban recuperar los cuerpos de los soldados muertos en batalla. El rito funerario debía estar ejecutado por personas especiales, generalmente familiares cercanos, en especial los hijos, que estaban obligados a cubrir los gastos funerarios, las mujeres debían preparar al cuerpo para el ritual de paso, lo más común era que las mujeres más viejas de la familia eran las que realizaban estas tareas, por tener mayor experiencia y sabiduría. La preparación del cuerpo consistía, en limpiar el cuerpo, embalsamarlo en aceite, envolverle en un sudario, pero que dejara la cara al descubierto, también era común adornarlo con coronas, cintas, joyas, y lo mas importante como dijimos anteriormente era la moneda que colocaban en la boca del difunto para cuando llegara al Hades pudiera pagar a Caronte el viaje en barco que lo llevaría a la casa de los muertos.
Una de las tradiciones griegas más peculiares era colocar un vaso con agua a las afueras de la casa del difunto, avisándoles a las personas que pasaban que allí había muerto alguien. De igual forma el agua servía para que las personas que salían de ver al difunto, se rociaban con esta agua, en una especie de proceso de purificación, porque la casa donde era mostrado el difunto se le consideraba contaminada.

* El cristianismo: en el cristianismo todos los hombres son pecadores por poseer el pecado original, cuando Eva indujo a Adán a probar de la manzana prohibida, todos los hombres cayeron del paraíso y se les condeno de pecadores, forzando a las mujeres a sufrir en el parto y a los hombres a trabajar; así que el objetivo para un cristiano es vencer el pecado, es decir no dejarse tentar por las fuerzas del diablo, en este sentido el pecado es la fuente de la muerte, porque va matando nuestra alma, incitando al hombre a satisfacer sus deseos individuales, replegándose en sí mismo, sin importarle el prójimo, pero la solución para no dejarse tentar es precisamente recurrir a la fuerza de Dios. Porque la vida auténtica no está en la satisfacción de las pasiones del ego, solo dejando a un lado estos apegos, puede alcanzarse una relación viva con Dios.
Jesús es dentro del cristianismo la figura máxima de salvación, porque el logra triunfar sobre la muerte, oponiéndose victoriosamente a la tentación y al pecado, él aplasta el poder de la muerte con la resurrección. Jesús tiene el poder de restaurar la grandeza original del ser humano, porque le devuelve a cada uno la posibilidad de salvarse, evadir los dolores de la muerte, y vivir en otra vida en el paraíso junto a Dios.
De hecho podemos decir que la resurrección de Jesús, que libera al hombre de la muerte, es la piedra angular de la fe cristiana, porque a diferencia de los griegos, estos no le dan una gran importancia a la salvación, para ellos los muertos viven como espectros en el Hades, la casa de los muertos, por la eternidad, a diferencia los cristianos pueden llegar a tener una vida mejor de la que vivieron en el mundo, porque al morir son juzgados, sus corazones son pesados y sus actos definirán a donde deben ir, si al paraíso junto a Dios o al infierno, a sufrir castigos por los malos actos cometidos en el mundo.
Para los cristianos la descomposición del cuerpo es algo temporal, porque la resurrección es salvadora, y tiene el poder de llevarte a la otra vida. en este caso y a diferencia de los griegos el Dios si promete la salvación y una vida mejor; para los cristianos no es un destino inminente ir al infierno si se hacen las cosas bien podemos salvarnos del castigo, por eso el cristianismo resalta el arrepentimiento de los pecados como una opción válida y recurrente en la vida del hombre, y dicen que si el arrepentimiento es verdadero Dios perdonara los pecados, y si nuestros pecados son perdonados, es decir que nos alejamos de las pasiones del ego, podemos entrar en conexión con Dios, y de esta forma vencer a la muerte, repetir la historia de Jesús, resucitar e ir a los cielos. De hecho en el cristianismo el infierno se torna sanador porque repara a las personas que no se arrepintieron de sus malos actos.
El infierno como lugar específico donde son castigadas las faltas o pecados de los hombres aparece con el comienzo de la era cristiana y el exilio de los judíos. El infierno pasa a representar el triunfo de la justicia divina y se desarrolla la idea de un lugar donde los pecadores sufren un continuo tormento por sus faltas y arden en un fuego eterno que jamás los consume. En el Apocalipsis se habla de un lago de fuego y azufre donde se arroja a los condenados; y en el Antiguo Testamento son numerosas las metáforas utilizadas para representar el infierno, por ejemplo se le denomina el abismo donde reina un real destructor.
Ya en el Nuevo Testamento el descenso a los infiernos de Cristo representa la llegada de la salvación; la resurrección o la subida de los infiernos de Jesús, significa la liberación de los arrepentidos, así como también la victoria definitiva sobre Satán o el diablo, entonces vemos como el fuego del infierno pasa así a convertirse en fuego purificador.
Así que podemos decir que el infierno es circunstancial ya que el infierno es un lugar en el que la redención, siempre es posible, gracias a la esperanza que proporciona el cristianismo, ejemplificada en la figura del mesías Jesús.
Pero como preparan a sus muertos los cristianos. Los ritos funerales en el cristianismo, consisten en el entierro del fallecido, la Iglesia Católica hace especial hincapié de que los difuntos sean enterrados en un cementerio cristiano; a diferencia de los griegos, el cuerpo no es adornado demasiado, porque en el cristianismo, todos los elementos del mundo terrenal son ineficientes a la hora de recibir el juicio final; una vez enterrada la persona, se hacen una serie de misas con el objetivo de orar, las plegarias tienen como objetivo comunicarse con Dios para que perdone los pecados del difunto y esta pueda acceder a la vida eterna junto a Dios. Primero se prepara una vigilia, luego la misa de funeral y posteriormente se realiza el rito de sepultura. De estos el elemento más importante es la misa del funeral, porque es el elemento central de los funerales católicos. La misa del funeral es una oración pidiendo la misericordia de Dios por el difunto y consuelo para los familiares.
Los sacerdotes que son maestros de la fe, presiden los ritos funerarios, especialmente la misa; la celebración de la liturgia del funeral es confiada especialmente a los párrocos y a los vicarios asociados. Cuando no hay un sacerdote disponible, entonces pueden presidir los ritos, diáconos, que son ministros de la palabra, del altar y la caridad.
Bibliografía

• COULIANO, Ioan. El más allá de este mundo (Paraísos, purgatorios e infiernos: un viaje a través de las culturas religiosas). Editorial Paidos. Barcelona. 1993

• ELIADE, Mircea. El mito del eterno retorno. Editorial Alianza, Madrid. 2003.


• ROHDE, Erwin. Psique. La idea del alma y la inmortalidad entre los griegos. Editorial Fondo de Cultura Económica, México, 2006. Encontrado en http://www.google.co.ve/books?id=4-oFCKoP1j4C&printsec=frontcover#v=onepage&q=&f=false Revisado el: (15-1-2010). En línea.

• VELASCO, Francisco Diez. El espejo de la muerte: religión, rito, mito e historia. Universidad de La Laguna. Canarias. 2002. Encontrado en: http://webpages.ull.es/users/fradive/artic/tanatologia.htm. Revisado el: (15-1-2010). En línea.

sábado, 23 de enero de 2010

METEMPSICOSIS, REENCARNACIÓN Y TRANSMIGRACIÓN EN LAS RELIGIONES COMPARADAS

Ante las inquietudes del hombre sobre su existencia, su porvenir, su mundo, su accionar en él, lo que esta mas allá de ello -es decir, su destino final- y la inevitable muerte, las Religiones cobran vida y sugieren diversas respuestas. La Ciencia no tiene competencias en este ámbito. El hombre aspira a la trascendencia pero su vida tiene límites materiales, la muerte se le presenta como algo definitivo. No obstante, tiene curiosidad sobre la posibilidad de una realidad además de la terrenal. Frente a esta cuestión, el misterio del más allá, toda religión propone a sus seguidores un medio (distinto) -y la oportunidad- para vencer la muerte. Con esta actitud se desarrolla la idea (expresada en múltiples formas según los pueblos) de que la naturaleza terrenal no es la única realidad, hay otros planos, que se vinculan a aquel en una conexión sobrenatural.

Podemos afirmar en este sentido que un punto esencial en las religiones es la afirmación de que hay una esencia, principio o “algo” en lo humano que nos liga a una dimensión superior. Es este elemento sobrenatural (invisible, incorpóreo, sutil, inteligente, etc.) en unidad al componente natural (biológico) lo que le confiere integridad al ser.

A través de este principio denominado diversamente[1] -e imposible de conocer a exactitud-, se avala la creencia religiosa de que el hombre es inmortal y que la manifestación de esta condición depende de sus acciones (buenas o malas, positivas o negativas), pues el comportamiento en el mundo contrae implicaciones en el destino post-mortem (escatológico). Las religiones en su mayoría (exceptuando judaísmo y budismo) asumen ese “algo” como participante -contribuyente- de los dotes y facultades del individuo (voluntad realizadora, inteligencia creadora y libertad), como sustancial y real, pero varían en su caracterización, por ejemplo: los hinduistas lo definen como eterno, emanación e idéntico del “Absoluto” (principio supremo o esencia universal del todo), mientras que los cristianos ven al alma como creación de la divinidad y concedida al hombre en un estado determinado de evolución, siendo así que existen tantas almas como hombres, diferentes entre si y reflejo de su creador.

De igual manera, originándose y perteneciendo ese “algo” a un plano metafísico, las religiones defienden y procuran su liberación equivalente a la salvación del hombre, el triunfo sobre la muerte y el encuentro con el destino. “El alma puede, pues, perderse o salvarse, o dicho de otra forma, el individuo puede perder o salvar su alma”[2], alcanzando liberación y plenitud. Liberación, en la medida en que todos los creyentes esperan la salvación como el alivio de todos sus males físicos, materiales o espirituales. Plenitud, porque la salvación se concibe, para unos, como la concesión del bien supremo que es la vida eterna, y para otros como el fin de las sucesivas reencarnaciones. Estos temas relacionados con la salvación reciben el nombre de “escatológicos”, ya que hacen referencia a los fines últimos del hombre y del mundo.

Así que, entre las diferentes religiones existen diversas vías -difíciles todas- para alcanzar la salvación, vías de la liberación del alma, matizadas por la cultura y la conciencia sobre la relación humana con el universo o la deidad, las cuales contribuyen a la esperanza de un futuro de bienestar (aunque sea extraterrenal, lo cual contribuye a sobrellevar las vicisitudes y sufrimientos de la vida). Estas bien se pueden identificar en dos vertientes, en unas puede darse la creencia en la reencarnación y en otros la idea de la vida eterna. Examinaremos aquí lo referente a la creencia primera y su implementación en algunas de las principales religiones del mundo[3].

LA IDEA DE LA REENCARNACIÓN Y CONCEPTOS AFINES:

Al definir la Reencarnación vemos que la palabra proviene del latín, siendo compuesta por cinco elementos: RE (Volver) – EN (Entrar) – CAR (Carne) – NA (Causa, Volverse) – CION (Proceso), por lo cual significa literalmente el “proceso de volver a entrar en la carne de nuevo”, o de volver a encarnar (tomar carne, representar un cuerpo). Este término se identifica usualmente como idéntico o sinónimo de Metempsicosis (o Metempsícosis), otro término proveniente del latín “metempsychōsis” (y éste del griego μετεμψύχωσις) que por su etimología (meta = sucesivo, después, mas allá / psique = espíritu, alma, conciencia) significa “transito o traslado del alma al mas allá, en lo sucesivo”[4].

En general ambos términos plantean la creencia consistente en que una esencia individual de las personas (mente, alma, conciencia, energía) puede hacerse de un cuerpo material en la Tierra no sólo una vez sino varias, expresando cierta convicción de independencia de ese principio vital frente a la materia biológica, al cuerpo humano. La acepción de esta término en algunas religiones, va generalmente justificada en la idea de que ese “algo” que viaja, transita o aparece (transmigra) por distintos cuerpos físicos, lo hace a fin de aprender en diversas vidas las lecciones que proporciona la experiencia y vivencia material en la tierra, hasta alcanzar una forma de liberación o de unión con un estado de conciencia superior o mas complejo. Además, lo identifica como sujeto responsable de la vida moral, por lo que esta idea suele asumir sentido de retribución o de proceso purificador del alma.

A menudo se utiliza junto a la palabra Reencarnación el término Transmigración, el cual proviene del latín: TRANS (a través) - MIGRA (ir o moverse) – CION (Proceso), quedando definido como el “proceso de volverse” de “moverse a través, de uno al otro”. Con esto se expresa el paso de la sustancia vital, de la esencia, de ese “algo”, de un plano a otro (del físico al celeste, por ejemplo). En otras palabras, es el transito a otra forma de ser. De ahí que estos dos conceptos (Transmigrar y Reencarnar) guarden estrecha vinculación y en algún momento se tomen indistintamente.

Localizar los orígenes de este asunto nos lleva a las sociedades primitivas, donde el pensamiento de los grupos tribales asimilaba los ciclos de la naturaleza (en los astros celestes[5]) con la constitución humana, permitiendo hacer una relación simple sobre el retorno de las almas[6]. Con la aparición de las primeras comunidades agrarias, la constatación de esos ciclos precisos en los campos, la flora, la lluvia y las estaciones, dio continuidad a la idea de que el hombre moría pero regresaba de nuevo en otro cuerpo. Suponían que el ser humano está habitado por un principio vital (como una chispa) que era separada del cuerpo con la muerte (y también en el sueño), saliendo por la boca o por la nariz[7]. Al observar la descomposición del cuerpo tras la muerte física, pensaron que el alma busca un nuevo cuerpo donde vivir, y si fuera necesario entrará en el cuerpo de un animal o de alguna otra forma de vida inferior. Grupos poco más estructurados creían que la reencarnación se lograba por la transmigración del alma de una persona muerta al cuerpo de un niño de la misma familia, y la posterior animación del niño. Los parecidos familiares se establecerían gracias a este proceso[8].

Este pensamiento “natural” fue extendiéndose en el decurso histórico y legado a la tradición de las civilizaciones antiguas de Oriente (Egipto, India y Persia) en forma de tal que estas desarrollaron una cosmovisión cíclica, la cual adoptó la ideas de Reencarnación y Transmigración, siendo a partir del siglo VII a.C. formalizada en diversas escuelas religiosas: el Hinduismo (India), el Hermetismo (Egipto), Zoroastrismo, Mazdeísmo y Mitraismo en el Irán Antiguo (Persia), entre otras. Durante la antigüedad grecorromana, estos conceptos pasaron al Mediterraneo y se incorporaron a las doctrinas de ciertos cultos como el Orfismo, el Pitagorismo (en la Grecia Clásica), el Maniqueísmo, el Neoplatonismo, los Esenios, el grupo de la Kabbalah y el de los Cristianos Gnósticos (en Palestina luego de la muerte de Jesús en el año 33). Sin embargo, pese a su rápida extensión en Asia del Este (de la mano del Budismo desde el siglo V a.C.), en el resto del mundo no se hizo una doctrina popular frente a las religiones abrahamicas -Judaísmo, Islamismo y Cristianismo- que contaron con mayoría de fieles[9]. Su propagación por Occidente, además del caso griego no fue considerable hasta la llegada del siglo XVIII. Ya en el siglo XIX muchos grupos atraídos por los preceptos evocados en textos ocultistas, instituyendo sectas religiosas como la Fraternidad de los Rosacruces, la Sociedad Teosófica (1875), las Sociedades Espiritistas (1858) y la Orden Hermética del Golden Dawn (1889), entre otras[10]. Estas incorporaron el principio de la reencarnación, dándole un sentido más racional e ilustrado, aunado a la idea moderna de evolución y equilibrio universal. En el siglo XX y la actualidad, Asia sigue contando con el mayor número de seguidores de la reencarnación o la doctrina de la transmigración de las almas, concentrándose estos en India, China, Mongolia y Japón principalmente, así como en el Sudeste Asiático, Nepal y el Tíbet[11]. En ese siglo se dio la aparición del Movimiento New Age (de la Nueva Era) en occidente, que tolera y acepta la reencarnación de forma mas ligera, en orden con su objetivo común: la transformación de los individuos y de la sociedad a través del conocimiento espiritual, preconizando una visión utópica del Universo y el advenimiento de una época de armonía y progreso.

En África, ciertas etnias (como los “ashanti” de Ghana y los “kikuyo” de Kenia) la “sangre” vuelve a nacer por vía de la madre, mas la línea paterna evoca el culto ancestral y la unión con la divinidad. Esto es la distinción de dos “esencias o almas”, una individual y otra gregaria, relacionada con el colectivo, la primera de ellas alcanzaría el plano ancestral mientras que la segunda retorna a la comunidad en otro cuerpo[12].

Hablar de Reencarnación es de hablar de preexistencia de las almas, dar un nuevo enfoque del mal y de la esperanza, inclusive de Dios y su visión en los diferentes pueblos del mundo. Presenta una utilidad cultural en cuanto que pretende “resolver” cuestiones intrincadas de la vida humana. Con el tiempo, se usó esta creencia para aclarar también ciertas cuestiones vitales, es decir, para darle explicación a las diferencias de inteligencia, salud, talentos, fortuna, etc. de las personas. Según esta doctrina estas diferencias serían culpa o mérito por la conducta seguida en vidas anteriores. Por lo tanto se atribuye a los pobres, enfermos y desdichados malas conductas en vidas anteriores. Lo que les ocurre se lo merecen. Esto puede conducir a una pasividad de no hacer nada, puesto que están pagando su culpa. Actualmente, la Idea de la Reencarnación se erige como alternativa escatológica frente a las dos concepciones generales de la humanidad: una material y cientificista, la otra totalmente maniqueista, teológica.

Seguidamente observaremos como se presenta la Idea de la Reencarnación y la Transmigración, a la luz de dos religiones de distinto carácter: el Hinduismo politeísta y oriental por excelencia, el Cristianismo -monoteísta y de vocación occidental- en dos caras (Culto Primitivo – Catolicismo).

- DOCTRINA ORIENTAL DE LA TRANSMIGRACIÓN DE LAS ALMAS:

EL HINDUISMO, KARMA Y SAMSARA[13].

La religión originaria de la India, el hinduismo[14], se define generalmente como la “la creencia en los Veda” y “la fe, el conocimiento y la práctica de las vías naturales”. Se erige como sistema doctrinal y social ajustado e incorporado al “Dharma”, que es la ley natural, el orden de las cosas y la norma del universo. De allí proviene -supeditada al núcleo religioso- la especulación “filosófica” asentada sobre dos pilares básicos: la palabra revelada (sruti) y el instrumento del conocimiento recto (pramana).

En cuanto al conocimiento emanado de la palabra revelada, esta comprende una antiquísima colección de libros sagrados, siendo los de mayor autoridad canónica: los cuatro Veda (Rig, Sama, Yajur y Atharva), donde se recogen preceptos para los diferentes ritos; los Upanishad, un compendio de reflexiones cosmológicas (sobre el sentido de la vida, origen del cosmos) y normas de vida espiritual; y el Smiriti (lo que se recuerda de las enseñanzas divinas), donde se reúnen el Mahabharata y el Ramayana (obras épicas), los Dharmasutras y Dharmasastras (tratados sobre la ley sagrada) y los Purana (colección de poemas sánscritos que contienen la teogonía y cosmogonía de la India antigua).

En sus textos religiosos, el hinduismo aborda el asunto de la creación y del orden universal de manera compleja. El Universo de los hindúes es una gran esfera cerrada, un huevo cósmico dentro del cual hay muchos cielos concéntricos, infiernos, océanos y continentes, y que la India está en medio de todos ellos. La espiritualidad hindú no se basa en la creencia de un mundo hecho de la nada por la Deidad sino en la existencia inmanente de una esencia única e indeterminada que se renueva eternamente por las inspiraciones del Dios Brahma (uno de los tres de mayor majestad en el panteón politeísta), lo cual es personificación del soplo o aliento cósmico que da vida a todas las cosas. Simplemente al inhalar crea, al exhalar destruye, de ello depende la visión del tiempo como algo degenerativo y cíclico, en lo que es un largo proceso de respiración perpetua. Cada inspiración y su contrario corresponden a un “kalpa” (especie de día mitológico equivalente a 4320 millones de años). El Universo se refleja aquí como manifestación de la energía eterna, del fluir presente. Esta percepción del tiempo va desde una época prospera dorada o Krita Yuga, pasando por dos periodos en los que el bien decayó gradualmente, hasta los tiempos actuales de sombra o Kali Yuga, que antecede una exhalación divina por la que el mundo es destruido por el fuego y las inundaciones, comenzando así una nueva época dorada[15].

Según los Veda, cada parte del universo esta hecha a imagen del todo. Por lo tanto, el hombre es análogo al cosmos, y, lo mismo que este, tiene un centro que es el absoluto (al que por comodidad se llama atman que quiere decir yo personal o alma). La presencia de este algo imperecedero dentro de un ser perecedero es tan misteriosa como la existencia del brahmán en el centro del universo. En ambos casos, se da un conflicto entre lo absoluto (el atman o cifra humana del brahmán), que es inmutable y eterno, y su morada provisional (un cuerpo determinado en el universo) que esta destinado a desaparecer. Llevada la enseñanza del orden natural a la instancia del individuo, la vida también es cíclica: después de morir, el alma deja el cuerpo y renace en el cuerpo de otra persona, animal, vegetal o mineral.

Una vez muerto el cuerpo, el atman deja la materia inservible y pasa a otro plano inmaterial donde el Semidios Iamarash juzga sus acciones terrenales o Karma, acto que le permitirá según su condición, adquirir una nueva existencia en un nuevo cuerpo, con mayor o menor superación en la gradación universal. Ese proceso permanente de migrar de uno a otro plano (en una rueda determinada por el karma) se denomina Samsara (fluir junto o deambular) y les concierne tanto a los dioses como a insectos y plantas. Mientras el karma alcanzado en una existencia sea negativo, se vuelve a nacer en estados inferiores (animales, vegetales) o en vidas desafortunadas, de vicisitudes o defectos físicos (todo depende de la calidad del karma); si es positivo, se generaría una existencia humana de conciencia plena, de prosperidad, de elevación moral y de allí hasta suprimir las ataduras materiales. El Suarga (paraíso) y el Patala (infierno) se toman como dos esferas paralelas a la Tierra, donde el atman mora según su karma mientras adquiere una nueva vida. En estado similar al sueño, el atman llega a la Tierra en forma de lluvia y a partir de esto se pueden presentar dos o mas situaciones: 1) si cae en tierra cultivada, entra en las plantas y queda adosada a los granos; 2) si es digerida por un individuo de sexo masculino se alojara en sus espermatozoides para ser fecundado, despertándose en el ovulo materno.

Referente al término Karma[16], éste se popularizó en Occidente como “Ley del Karma” por obra de la teosofía. En los sacerdotes brahmanes, expresaba la acción ritual, capaz y mecánica de atraer la ayuda de los dioses. A nivel filosófico es el producto de nuestras acciones generadas por el deseo, parte fundamental de la naturaleza humana, sometidas a la facultad del libre albedrío. El escrito Yajnavalya tiene inserta esta palabra, y con su uso enseño que la consecuencia de los karmas era lo único que permanecía para la reencarnación. El texto Bhagavad-gita eliminó luego el determinismo: toda obra intencional es karma y justifica un samsara, pero en cada obra actúa el libre arbitrio. La calidad o peso del Karma se puede modificar según las enseñanzas hindúes mediante la práctica del yoga, por la cual se aumenta la conciencia a niveles de meditación, contemplación, armonía, autosanación, animo y humor interior. También el ascetismo, es decir, abstenerse de ciertos placeres y deseos mundanos, obstáculos para el crecimiento espiritual, así como diversos rituales (valor del agradecimiento y de la generosidad). Con estos modelos de vida, inscritos en las escuelas del Mimansa (Indagación), el Nyaya, Vaiseika, Vedanta y el Samkhya, los indios creyentes del sanatana dharma (código ético del dharma eterno) aspiran alcanzar la definitiva expiación de sus impurezas (Moksha) lo que significaría Liberación y Plenitud. Se narra en los Upanishad que el atman emergió del Absoluto y a Él deberá retornar cuando el hombre niegue los vínculos que lo encadenan a su vida terrena, a su familia, a su casta y a sus ocupaciones cotidianas; en suma a su ilusoria identidad. Alcanzada la liberación mediante el desapego de lo material, el alma humana escapara al funesto ciclo de reencarnaciones, disolviéndose en lo absoluto.

Un ejemplo de que los dioses también quedan sujetos a la rueda karmica lo constituyen la existencia de los llamados Avatares. El termino avatar, incorporado hoy al lenguaje corriente, designa las sucesivas encarnaciones del Dios Vishnu, responsable del mantenimiento del orden en el universo hasta el final de los tiempos, que interviene cuando hay un factor que pone en peligro el equilibrio universal. Cuando el diluvio cubrió la tierra, Vishnu se encarnó en un pez que acudió en ayuda del último de los hombres justos y le enseño la forma de repoblar de nuevo la tierra. Las dos últimas transformaciones (o avatares) de Vishnu, Rama y Krishna, tenían forma humana[17].

Inclusive el Sanatana Dharma se encarna también en la organización social. Por lo tanto, existe un modelo determinado, según la especie humana no es homogénea, sino que esta formada por un cierto número de comunidades, que corresponden a las distintas funciones sociales. Estas funciones están jerarquizadas y el individuo pertenece a una u otra casta en función de su nacimiento. Pero los hindúes no ven en ello ningún tipo de injusticia, en la media en que creen en la transmigración: nacer en una u otra casta depende de los actos realizados en las vidas anteriores. Además, se trata de una situación provisional y limitada sólo a esta vida.

La Ley de Transmigración (Samsàra) abarca a todos los seres existentes. Se pueden adquirir infinidad de formas vivas hasta no lograr la liberación definitiva (en el hombre, la salvación). En la medida en que se asciende o desciende en la escala de los seres, en función de los actos realizados, queda implícito que todo en la naturaleza esta jerarquizado. También las especies animales; y según los hindúes, las vacas están en la parte mas alta de dicha escala, por eso se las venera y rodea de atenciones, ya que se cree están muy cercanas a los hombres.

Con la incursión del hinduismo en la modernidad, sus seguidores se fueron valorando en dos secciones, una referida a quienes buscan recompensas sagradas y profanas en la inmediatez del mundo material (bienestar económico, familia saludable, trabajos cómodos, etc.) para hacer positivo su karma, y otra relacionada a quienes se esfuerzan profundamente por liberarse del mundo. A partir de ahí resulta fácil comprender que para un hindú la salvación consiste en una recuperación de la personalidad: el individuo que consiguiera identificarse plenamente con el absoluto que hay dentro de si, quedaría libre para siempre de las miserias de la condición humana. Mientras que no lo consiga, estará renaciendo continuamente en este mundo, reencarnándose sucesivamente, según la calidad de los actos que haya realizado en sus vidas anteriores. Esta liberación de los vínculos de la transmigración es tan difícil de conseguir que se necesitan ayudas exteriores. En este sentido, los hindúes creen en la eficacia de los ritos y de ahí la exuberancia y la complejidad de su liturgia. Los hindúes creen que es posible ralentizar aquel proceso eterno bajo ciertas circunstancias, como la quema del cuerpo del difunto.

- CRISTIANISMO PRIMITIVO Y CATOLICISMO ROMANO,

VERSIONES CONTRADICTORIAS SOBRE LA REENCARNACIÓN.

La religión monoteísta fundamentada en las enseñanzas de Jesús de Nazareth[18], Hijo de Dios -legadas a través de su Ecclesia y los Evangelios-, asume un sistema de creencias y de valores para la vida en comunidad. El protagonismo de Jesucristo, su vida, pasión, muerte y resurrección son piezas constitutivas de la fe cristiana. Como revelador de la vida humana a perfección, al igual que de la realidad divina en sí misma, expone como tema central la relación filial entre Dios y los hombres: él llamaba a Dios “nuestro padre” y se proclama a si mismo “hijo de Dios o del hombre”. El Dios de Israel no es solamente el creador de todo lo que existe sino también Padre, con las implicaciones de Amor y fraternidad que esto conlleva. En numerosos relatos, cortos y vivos, enseña que Dios es Amor, que comprende la imperfección de sus hijos y su debilidad ante el deseo (tentación), por lo tanto perdona continuamente y esta pendiente paso a paso, de lo que hacen sus hijos.

Un aspecto “revolucionario” en las doctrinas de Jesús fue su afirmación de que el pecado original de la creación bíblica (Adán, Eva, la manzana y la serpiente del mal, narrado en el Libro del Genesis) podía ser borrado o redimido por sacrificio al ofrecer su propia vida para la salvación de los hombres. Salvarse o perderse depende del libre albedrio humano. Cristo afirmaba que el ser humano podía vencer a la muerte, llevando una vida recta y de bondad, amando y respetando a los demás hombres, honrando con su acción y sacrificios a Dios e integrándose a su voluntad. Esta conducta eliminaba el sufrimiento de la existencia terrestre y abría las puertas del alma a otra vida de bienestar, paz y elevación espiritual. Frente a esto, una vida de injusticias, placeres mundanos y maldad implicaba que luego de la muerte el individuo sufriría un castigo eterno. La esperanza de salvación solamente proviene de buscar el perdón de Dios, de obtener la gracia (por las obras o por la fe) para elevarse a él, lo cual solo puede ser a través de las enseñanzas de Jesús: “Nadie va al padre si no viene a mi, yo soy el camino, la vida y la verdad”. Aunque muera, su cuerpo no será reciclado ni aniquilado, tendrá vida eterna. He aquí el concepto de la Resurrección.

La palabra significa “retomar el cuerpo” o “volver a la vida”. No se retorna aquí a la vida de antes en la Tierra, sino se conserva la vida en una dimensión nueva, eterna. Jesús murió en la Cruz y fue sepultado, pero al tercer día su sepulcro estaba vacio. Con anterioridad había anunciado a sus discípulos que vendría de entre los muertos y pasaría a otra vida. Luego se aparecería demostrando la victoria definitiva sobre la muerte y sobre el mal, lo cual consta en Evangelio según San Lucas (capítulo 24, versículo 39) dirigiéndose al Apóstol Tomas: "ved mis manos y mis pies: soy Yo mismo". Ni registro ni prueba alguna afirma que Jesús resucito, pero eso es terreno de la fe, fe hecha dogma en la constitución de la Iglesia. Este acto gratuito de Dios es un don, reservados para aquellos que hayan llevado una vida santa, y les será concedido en el final de los tiempos[19]. Mientras Jesucristo pudo satisfacer la voluntad de Dios como juez y rector del Universo saldando las deudas primigenias del hombre, liberándolo del pecado original, la idea de la Resurrección recoge que todo aquel que predique y practique la buena nueva del evangelio, tomando a Jesús como ejemplo de vida, pueda recibir la gracia de alcanzar una relación interpersonal con Dios y unos con otros. En contraste con el karma y su rueda de reencarnaciones en el hinduismo, Jesucristo muestra que existe el pecado, la enemistad contra Dios y contra el prójimo, y con todas las consecuencias personales y sociales que ello conlleva: egoísmo, odios, luchas, homicidios, avaricia, impureza. Y la consecuencia es que, según las Escrituras bíblicas, “de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan” (Epístola de San Pablo a los Hebreos, 9:27). Así, Dios se encarnó una sola vez, haciéndose miembro de la raza humana, en la persona del Hijo. Por medio de esta verdadera encarnación, como verdadero Hombre pero siendo a la vez Dios, el Hijo, enviado por iniciativa del Padre por amor a los hombres y como provisión divina, pagó las culpas de los hombres, habiendo venido a formar parte de su raza, pero siendo Él sin culpa ni pecado[20].

No existe la duda en la fe cristiana de que todas las especies mueren, y esto es el fin definitivo, aunque en el caso humano representa una etapa. El libro de Eclesiastés afirma esto “porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia porque todo es vanidad. Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo"[21]. Luego de la muerte, el alma humana entra en un estado de “sueño” y pasado algún tiempo no se regresa a otra vida en la tierra sino que: o bien pasa al plano del “Purgatorio” (donde expiara sus pecados faltantes), o bien a un estado definitivo de unión con el Creador en el plano celestial o “Paraiso”. Nuestro cuerpo físico volverá al polvo hasta el día del juicio final, donde serán juzgados vivos y muertos, cuando de nuevo cobrará vida como cuerpo-espiritualizado con propiedades nuevas[22].

Como ejemplos de esto, podemos citar cuando el “buen ladrón”, en hora de muerte, pide a Jesús acordarse de él cuando se eleve a su reino. Jesús le responde: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso" (Lucas 23:43). Una vez muerto, serían perdonados sus pecados y moraría en el plano celestial. San Pablo Apostol, predicador incansable de la fe en Jesucristo, en una desventura ocasional siente apremio y desea morir para elevarse a Cristo: “Pero por otra es más necesario para ustedes que yo me quede aún en este mundo" (Filipenses 1:23-24). En su Carta a los Corintios (Cáp. 15, 42-44) expresa que "En la resurrección de los muertos se entierra un cuerpo corruptible y resucita uno incorruptible, se entierra un cuerpo humillado y resucita uno glorioso, se entierra un cuerpo débil y resucita uno fuerte, se entierra un cuerpo material y resucita uno espiritual". La doctrina de la resurrección es una vía limitada de Liberación y Plenitud. Aparece por vez primera en Daniel 12,2: "La multitud de los que duermen en la tumba se despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la vergüenza y el horror eterno".

La comunidad cristiana se desarrolló con la labor apostólica luego de la muerte de Jesús, llena de regocijo y esperanza por la salvación futura. Desde el siglo I, esta expectación creó una actitud de flujo y reflujo, alcanzando a veces niveles de gran intensidad, y otras veces de una aparente aceptación del mundo en sus formas más crueles. En un principio, la mayoría de las personas que se unían a la nueva fe eran seguidores del judaísmo, para quienes sus doctrinas representaban algo nuevo, no en el sentido de algo novedoso por completo y distinto, sino en el sentido de ser la continuación y realización de lo que Dios había prometido a Abraham, Isaac y Jacob. Por lo tanto, ya en un principio, el cristianismo manifestó una relación dual con la fe judía: una relación de continuidad y al mismo tiempo de realización, de antítesis, y también de afirmación. Posteriormente, con el apostolado especifico de Pablo la situación cambio y se extendió a otras culturas, a la par que se fue desarrollando una estructura de relevo a la generación de apóstoles para dar continuidad al culto religioso, que seria llevada por los obispos, diáconos y presbíteros e una única y uniforme práctica, apoyada en los escritos de los discípulos de Jesús en el denominado Nuevo Testamento. Diversas congregaciones surgieron de esta práctica y se hizo necesario aclarar cuestiones doctrinales cuando surgieron interpretaciones del mensaje de Cristo que vendrían a considerarse erróneas. Las desviaciones más importantes o herejías tenían que ver con la persona de Cristo. Algunos teólogos buscaban proteger su santidad, negando su naturaleza humana, mientras otros buscaban proteger la fe monoteísta, haciendo de Cristo una figura divina de rango inferior a Dios, el Padre. Decidieron avocarse a la catolicidad, a un sentido universal, siendo en el Concilio de Nicea (325) convocado por Constantino I Emperador Romano para procurar reafirmar la unidad de la Iglesia, seriamente quebrantada por la disputa surgida en torno a la naturaleza de Jesucristo tras la aparición de las herejías. Esta línea central adopto como creencia doctrinal la defensa de la resurrección frente a otras, como signo original de Jesucristo para la salvación.

De allí debemos resaltar que la salvación que Jesús indica es personal y no una redención impersonal. La reencarnación pone -según la iglesia católica- en tela de juicio la Unidad de la persona humana como sujeto único e irremplazable ante Dios. La encarnación, hasta la de Cristo, pierde todo su valor. No es sino una manifestación de lo divino, entre otras cosas. El carácter de Cristo como único mediador entre Dios y los hombres ya no existe. La moda actual a favor de esta doctrina coincide también con la ignorancia y el olvido del Purgatorio. No es por casualidad. El Purgatorio es la etapa de purificación deseada por Dios en el itinerario que nos lleva a él. La Doctrina Católica es hasta tal punto coherente que, si se suprime uno de sus eslabones, la verdad mutilada se venga en cierto modo inventando un sustituto imaginario. El destino final del hombre es la resurrección para el gozo de la vida con Dios para siempre en el cielo o la pena eterna de la separación de Dios en el infierno.
Seguidores del cristianismo, durante los siglos II y III d.C., se adhirieron a las enseñanzas de un autor de la Iglesia Primitiva: Orígenes de Alejandría (185 – 284 d.C.). Este exegeta bíblico preconizaba el método alegórico de interpretación de las Escrituras y buscaba la inserción de preceptos platónicos en la religión cristiana. Esto lo llevo a defender la preexistencia de las almas y la reencarnación del hombre (solamente). Inclusive esta cuestión fue hecho aceptado fue hecho aceptado en la comprensión de otros tantos dirigentes de las comunidades cristianas de los primeros tiempos: San Justino mártir, Gregorio de Niza, Porfirio, San Clemente de Alejandría. En el año 540 esto cambió rotundamente. Durante el Concilio de Constantinopla, convocado y dirigido por el emperador Justiniano, en el año 538, la doctrina fue rechazada por exigencia del emperador. Justiniano dominaba la Iglesia y llegó a encarcelar al papa[23]. En el año 543 el papa Virgilio -probablemente por coerción- confirma la excomunión contra Orígenes, que había sido un defensor de esta doctrina. Justiniano, por su parte, se sometió a la presión de las poderosas órdenes monásticas considerándolo necesario para sus afanes políticos. A pesar de estas medidas, en las cuales no se daba valor a la verdad, se conocía la doctrina hasta bien entrada la Edad Media[24].

Aquellos padres de la Iglesia, profesaban que el alma vive más de una vez en un cuerpo humano, mas no puede recordar sus vivencias pasadas. En el ojo de Dios, preexistían los hombres, en esencia o principio vital, que solo podía venir del verbo a la Tierra en forma humana, como una necesidad de obtener purificación en la experiencia de la carne, compartiendo la fe y el conocimiento divino.

Cuando, finalmente, en el siglo VI la Iglesia Católica claudica ante el poder el II Concilio de Constantinopla (553) aceptando los planteamientos de Constantino, declara herejía la creencia en la reencarnación, pensando seguramente que si los cristianos tenían demasiado tiempo, vida tras vida, para alcanzar la salvación, no se apresurarían a obedecer a una institución que gozaba día tras día de más y más poder. Lo que molestó el año 325 a Constantino e irritaba a Justiniano I. Quince postulados origenistas fueron condenados sinodalmente, entre ellos están: la preexistencia de las almas; la reencarnación; la eternidad de la creación; el pecado original; la procedencia del Hijo; la liberación final de todos los pecadores del infierno.

BIBLIOGRAFÍA:

BARBOZA, Sally (1990). Reencarnación. Caracas, Editorial Bienes Lacónica. Pp. 119.

BRANDON, S. G. F. (1971) Diccionario de Religiones Comparadas. Londres, Ediciones Cristiandad. Vol. 2. Pp. 726.

GARCÍA, Benjamín (1995). De la Reencarnación a la Resurrección. Caracas, Editorial San Pablo.

LAS HERAS, Antonio (2005). Reencarnación: Una Ventana a la Eternidad. Buenos Aires, 1ª Edición, Editorial Albatros, p. 128.

LAURO, Luciano (1999). Reencarnación y Karma. Chile, Editorial Libro Latino. Pp. 161.

MURRAY, David Christie (1990). Reencarnación (Creencias Ancestrales y Testimonios Modernos). Editorial Robinbook. Pp. 271.

ORTIZ, Andrés & LANCEROS, Pacxi. (2006) Diccionario de la Existencia: Asuntos Relevantes de la Vida Humana. Barcelona, Ediciones Antropos, p. 653.

PUECH, Henri-Charles & BLONDEAU, Anne Marie (1981). Las Religiones Constituidas en Asia y sus Contracorrientes. Madrid, Editores Siglo XXI. Tomo I. Pp. 459.



[1] “Alma” o “Espiritu” (entre los cristianos occidentales), “Atman” (significa Yo Interior, para los hindúes), “Daena” (en el credo de Zoroastro), “Pneuma” (Soplo, entre los griegos), o simplemente “Tad” (en sanscrito, eso o aquello) son algunos nombres.

[2] (Brandon, 1971)

[3] (Las Heras, 2005)

[4] (Ortiz-Lanceros, 2006)

[5] El nacimiento del Sol al amanecer, su muerte al caer la tarde, para renacer al día siguiente es la muestra mas clara de estos ciclos, al igual, la Luna también era apreciada en su ciclo de renovación, pasando por cuatro fases, en las cuales decrecía para volver a renacer en su redondez. Las mareas y las estrellas también presentaban un ciclo. Todo esto contribuyo en una visión cíclica del tiempo y de la vida.

[6] Muchas de estas tribus ven reflejadas las facciones de sus antepasados vivos en otras criaturas nacidas recientemente.

[7] (Ortiz-Lanceros, 2006)

[8] (Murray, 1990)

[9] (Brandon, 1971)

[10] (Las Heras, 2005)

[11] En esta zona se considera al Dalai Lama (guía espiritual del pueblo tibetano) como la reencarnación de su predecesor.

[12] (Puech-Blondeau, 1981)

[13] (Puech-Blondeau, 1981)

[14] De implantación principal en el subcontinente indio (Nepal, India, Pakistán, Bangladesh) y en menor medida en la llamada diáspora india: Indonesia (sobre todo en Bali), Malasia, Sudáfrica, etc.

[15] (Puech-Blondeau, 1981)

[16] (Lauro, 1999)

[17] (Murray, 1990)

[18] Cristianismo, religión que ha marcado profundamente la cultura occidental y es actualmente la más extendida del mundo.

[19] El tiempo para el cristiano no es un ciclo sin fin. Es lineal, teniendo un principio y un fin. Dios es el creador y Señor del tiempo. Jesús es el "Alfa y Omega", principio y fin del tiempo. El hombre tiene un propósito que cumplir en el tiempo que tiene, según la voluntad de Dios. El Génesis nos habla del principio del tiempo. El Apocalipsis, del fin del tiempo: la segunda venida del Señor. Después ya no habrá tiempo sino la eternidad, vivida en el cielo o en el infierno.

[20] (García, 1995)

[21] Eclesiastés capitulo 3, versículos del 19 al 20.

[22] (García, 1995)

[23] (Las Heras, 2005)

[24] (Murray, 1990)