viernes, 15 de enero de 2010


El Dualismo Religioso


Breve historia de las doctrinas dualistas radicales

El dualismo religioso, que predica la existencia de los principios eternos del bien y el mal en constante lucha, es un elemento propio de las religiones monoteístas. Pero en ciertos momentos históricos, el dualismo se impone como visión cosmogónica de grupos religiosos que invariablemente, han sido tratados (y destruidos) como heréticos, por su clara rebeldía en contra de los poderes establecidos.


Jon Mikel Azkue,
15/01/2010


El Dualismo en la historia de las religiones


Una religión dualista o de características dualistas es una donde el mito de la eterna lucha entre el bien y el mal es fundamental dentro de la cosmogonía y la escatología de la religión en cuestión. En todas las religiones se trata el problema fundamental del origen del mal. Pero solo unas pocas lo tratan y lo definen en términos de una dicotomía entre dos principios eternos y absolutos que luchan por el predominio y donde uno (el bien) triunfa sobre el otro.

Uno de los mayores problemas religiosos con los que se ha tenido que enfrentar el hombre en su historia es el problema del origen y función del mal en el universo. En este caso, el mal no es observado únicamente como un problema ético o jurídico que ha de ser resuelto para beneficio de la comunidad en cuestión. El mal es visto, como un principio opuesto y equivalente a otro principio definido como el bien. El mal es así relacionado con aquello que atemoriza y que provoca el rechazo del ser humano, la oscuridad, la fealdad, la materia, la descomposición, la corrupción de los valores y principios sociales, la ignorancia, el odio, el fanatismo, la codicia, los desastres naturales, la muerte del ser amado, etc. Mientras que simultáneamente el bien es relacionado con aquello que exalta el espíritu del ser humano, con la luz, la belleza, lo sublime, lo celestial, la sabiduría, el conocimiento, el amor, etc.

En las religiones paganas la diferenciación entre el bien y el mal en el nivel de lo divino no esta claramente definido u objetivado. De esta manera no parecen existir dioses netamente buenos ni dioses netamente malos. Los dioses paganos son representación de la complejidad y variedad de los sentimientos humanos, que van desde la humildad y la beatitud hasta la arrogancia y la codicia. Existen por supuesto divinidades que se nos pueden mostrar como “repulsivas” u otras cuyo propósito es claramente destructivo, como los demonios o titanes. Pero en ninguna religión pagana existe una clara distinción entre el bien y el mal como principios opuestos y en eterna y constante lucha en el universo y en el interior del corazón humano como si se evidencia en las religiones iranias y monoteístas.

El Dualismo Cosmogónico, es decir esta idea de que el universo esta regido, o al menos severamente influenciado por esta eterna, o al menos antiquísima lucha entre el bien y el mal es un fenómeno relativamente reciente para lo que respecta a la historia de las religiones. Nace en el seno de civilizaciones ya avanzadas y en medio de lo que parece ser un ambiente de pesimismo general y rechazo frente al mundo material, frente a la realidad.

La primera religión claramente dualista es la religión irania después de la reforma de Zoroastro. No obstante en sus primeras formas el Zoroastrismo no era tan radicalmente dualista como muchos piensan. Ahura Mazda fue el creador de todo lo existente y el mal solo surgió de la duda de la divinidad. El zoroastrismo no obstante no permaneció inmutable a lo largo de los siglos. Con los años las doctrinas Mazdeistas fueron reformadas y se podría decir que simplificadas en medio del ambiente de decadencia que agitaba al imperio persa. De esa manera vemos aparecer otras formas que podríamos llamar “heréticas” de zoroastrismo, que radicalizaron esta polarización entre los principios del bien y del mal dentro de la religión irania, como fue el Zurvanismo y posteriormente el Maniqueísmo ya dentro de la era cristiana. En esas formas de religión Irania ambos principios, tanto el principio del bien como el principio del mal son iguales en potencia e importancia y ambos son representados por una divinidad casi igual en poder la una a la otra. El universo no es entonces sino el campo de batalla de estas dos divinidades, batalla que va a terminar por supuesto, en el triunfo del dios del bien sobre el dios del mal.

Por razones cronológicas es comúnmente aceptado que la religión judaica fue muy influenciada por las religiones iranias. El Dios Omnipotente de los judíos ahora tiene un hijo representante de las tinieblas y que se encarga de tratar de desviar al hombre en su camino. No obstante el diablo en la tradición judeo-cristiana no es un ser de poder similar a Yahvé sino un mero subordinado rebelde que trata de sabotear su creación, Dios puede desterrarlo o aniquilarlo en cualquier momento pues es omnipotente, aun así, Dios en su omnipotencia se reserva ese derecho de aniquilarlo hasta el final de los tiempos.

El dualismo entonces, la constante lucha entre el bien y el mal, esta presente en las tres grandes religiones monoteístas, probablemente a causa de la influencia que tuvieron las diferentes formas de dualismo iranio tanto en el judaísmo como en el cristianismo primitivo. Sin embargo sería ingenuo atribuir únicamente al azar de la historia el hecho de que las religiones más dominantes del planeta sean de carácter dualista. Argumentaremos que la existencia de estos dogmas dualistas se debe a profundas necesidades psicológicas que se exacerban en ciertos momentos históricos en las civilizaciones.

Para propósitos de este trabajo compararemos brevemente tres religiones de carácter dualista, primero describiremos brevemente el Mazdeísmo, en segundo lugar describiremos el Maniqueísmo originario de Irán también pero fuertemente influenciado por el cristianismo y, por último el cristianismo mismo, dentro del cual describiremos su manifestación más extrema, la acontecida dentro de la secta herética de los Cátaros, quienes se estima que también estuvieron fuertemente influenciados por los maniqueístas a pesar de su distancia geográfica y temporal y que amenazaron seriamente la unidad de la iglesia cristiana en una fecha tan temprana como el siglo XII.

El Cristianismo tiene un carácter fuertemente dualista que no obstante se ha tratado de mitigar. La postura oficial de la iglesia católica con respecto al mal es ciertamente contradictoria. Pues a nivel de los creyentes el dogma esgrime el argumento del ángel malvado Lucifer tratando de perder el alma de los hombres y quien es rey de las tinieblas y del infierno adonde van a parar los malvados, según esto se entiende que el mal existe y que es obra de una divinidad terrorífica si bien inferior a Dios que es Omnipotente, Omnisciente y fundamentalmente bueno. Pero a nivel teológico el mal no existe, es un “no ser” pues el argumento oficial católico de la “privatio boni” establece que el mal no es una cosa en si sino una simple privación del bien de la misma manera que la oscuridad es la privación de luz o el frio la privación de calor. Lo profundo de las discusiones con respecto al origen del mal a nivel teológico y filosófico nos permite valorar lo complejo y actual que es un problema de esta naturaleza, pues también se puede llegar a la consecuencia de que conceptos como el bien y el mal no existen y son de naturaleza meramente relativa.

Es importante notar que en el mundo moderno, el dualismo radical suele aparecer en manifestaciones religiosas que pueden ser calificadas de extremistas, fanáticas, radicales o fundamentalistas, como se prefiera llamarlas. La disociación del mundo en una polarización bueno-malo que intenta que la realidad pueda ingresar en una de estas categorías tiene consecuencias profundas y peligrosas tanto para el individuo como para la sociedad que maneje este tipo de ideas.

Las religiones Iranias.

Las religiones iranias son de origen indoeuropeo, por lo tanto están muy relacionadas con las religiones tradicionales de la India. Es muy poco lo que se sabe de las religiones iranias antes de la predica de Zaratustra, y lo que se conoce proviene de la tradición escrita de los seguidores del zoroastrismo (Velasco, 2002). No obstante su relación con la india es evidente tanto en la estructura de los rituales como en los nombres del panteón politeísta iranio anterior a la reforma de Zaratustra.

Existe un elemento en común en las tradiciones indoeuropeas que llama poderosamente la atención en el génesis de las creencias politeístas. En muchas religiones indoeuropeas se presenta el tema de la lucha entre dos grupos de entidades sobrenaturales, por ejemplo “entre los germanos enfrentaba a Dioses Ases y Vanes (o entre los celtas a Fomorianos y Tuatha Dé Danann)” (Velasco, 2002, pág. 156). En la religión védica se produce entre asuras y devas, ahora según Diez de Velasco el tema mítico del combate entre seres sobrenaturales evoluciona en el caso iranio en la demonización de uno de los grupos.

Esto puede ser una de las razones de las creencias cosmogónicas dualistas que surgen tras la gran reforma.

Zaratustra o Zoroastro fue el gran profeta de la religión Irania. Su existencia es difícil de comprobar pues no se tienen datos biográficos confiables. Su existencia se estima en algún momento remoto antes de Cristo, ya sea en un siglo tan lejano como el XII a.c. o el siglo VI a.c. lo que lo haría contemporáneo con algunos profetas bíblicos. Es importante destacar el estilo de reforma que introduce Zaratustra pues es una de las primeras de su tipo. En primer lugar lo que predica lo hace como verdad revelada directamente por su Dios Ahura Mazda, y de esta manera se divide al mundo entre creyentes y no creyentes pues excluye de la salvación a quien no crea en él. Esta actitud es importante pues esto la convertiría en una de las primeras religiones de carácter e intenciones universalistas, trascendiendo fronteras étnicas o nacionales. Esto habría sido de una importancia capital para el imperio persa que así mismo era de carácter expansionista y universal. No obstante su universalismo nunca fue tan militante como si lo sería el cristianismo o el islam de modo que no se expandió con igual facilidad.

La religión es entonces llamada por su gran profeta Zoroastrismo aunque también se le ha denominado por el nombre de su divinidad suprema, Ahura Mazda, como Mazdeísmo. Y podemos delimitarla vagamente desde comienzos del imperio persa hasta su caída en manos del islam durante la expansión del mismo, de modo que estamos tratando con una religión que duro más de mil años y que, por lo menos oficialmente se practicaba desde el Asia menor hasta la India. Actualmente es practicada por grupos minoritarios primordialmente en la India y Pakistán pues el fundamentalismo islámico en Irán obligó a los que aun vivían ahí a salir del país.

Como toda religión que duró tanto tiempo sus creencias variaron con los siglos. Y es difícil establecer las fechas en que esto sucedió. El Mazdeísmo originario era monoteísta y hoy en día se definen así (Roa), pero con el pasar del tiempo, y probablemente debido a la decadencia de la religión persa los rasgos dualistas se exacerbaron. Según Diez de Velasco la divinidad suprema era Ahura Mazda, que significa el Señor Sabio. Su primera emanación fueron dos hermanos Spenta Mainyu o Espíritu Santo y Angra Mainyu o Espíritu destructor. Spenta Mainyu opta por la verdad mientras que Angra Mainyu opta por druj que es la mentira. El mal es por lo tanto fruto del error de Angra Mainyu. Angra Mainyu es importante mencionar nace de una duda de Ahura Mazda, pues estos espíritus son emanaciones de Ahura Mazda y no creaciones directas.

Posteriormente “ese monoteísmo “puritano”, que se encuentra en los Gathas, fue desbordado progresivamente por la “religiosidad popular” irania.” (Bentué, 2002, pág. 118). Según este autor el zoroastrismo derivo hacia un dualismo religioso, más simple, que relacionaba a Ahura Mazda con el bien (Ohrmuz) y a Angra Mainyu con el mal (Ahriman). Esto se puede deber también a la irrupción posterior de una herejía dentro del Mazdeísmo llamada Zurvanismo. El Zurvanismo colocaba a una deidad proveniente de la tradición más antigua, Zurvan, quien era el tiempo, similar al Kronos griego y lo describe como el padre de Ohrmuz y de Ahriman. Es esta la versión más radical de dualismo Mazdeista, pues Ohrmuz creó la luz y todo lo celestial y trascendental mientras que Ahriman, el espíritu del mal creo el mundo de lo material. Esta herejía por lo tanto fue la que más influenció en el Maniqueísmo posterior y se convirtió en la imagen que tiene occidente sobre el Mazdeísmo. Hasta que grado el Zurvanismo se expandió por el imperio persa se desconoce pero es importante resaltar que los grupos Zoroastristas actuales aun rechazan estas creencias como una herejía.

La herejía Zurvanista, como todas las herejías surge de una interpretación diferente de las sagradas escrituras Zoroastristas, a saber los Gathas, de los cuales uno de los cantos reza:

Verdaderamente, hay dos espíritus primordiales, gemelos que se hallan en conflicto. En palabra y en acto ellos son dos: el bueno y el malo (Yasna, 30.3). La exageración de este Yasna, derivó en la creencia errónea según la cual Spenta Mainyu (el mal) y Ahura Mazda serian algo asi como hermanos, hijos del tiempo (Zurvan, de ahí el nombre de la heterodoxia).” (Roa, pág. 5).

En resumen, inicialmente el Mazdeismo es una religión monoteísta, donde Ahura Mazda es creador de todas las cosas, pero de él emanan el bien y el mal, la luz y las tinieblas. En Ahura Mazda estarían presentes ambos principios, recordando que el mal surge de una duda que él tiene inicialmente. No obstante con el pasar del tiempo, estas ideas son simplificadas, o relatadas en otro nivel de interpretación, de manera que el Bien y el Mal se convierten en deidades que emanan de otra superior y que el mundo no es sino una creación que sirve como su campo de batalla.

En cuanto al hombre, este posee el libre arbitrio de decidir que camino tomar. Al igual que en el cristianismo, tomar la senda del bien conlleva una recompensa al final de los tiempos mientras que los malvados son destruidos junto al espíritu del mal. Al igual que en la cosmogonía, esto también tiene niveles de interpretación. Siendo que en la versión más dualista, que es la mas simplificada, los malvados son destruidos junto a Ahriman en una ordalía de fuego al final de los tiempos. Aquí terminarían los ciclos de reencarnaciones de los hombres, que liberados de la prisión de sus cuerpos pueden finalmente cruzar el puente hacia un más allá bienaventurado.

El maniqueísmo.

El maniqueísmo apareció en el interior del imperio persa de la dinastía Sasánida, en algún momento a mediados del siglo III D.C. Su nombre proviene del nombre de su profeta, Mani o Manes, quien recibió al igual que Zoroastro la revelación divina cuando tenía alrededor de 20 años. El maniqueísmo es esencialmente una herejía del zoroastrismo, no obstante toma también elementos del cristianismo e incluso del budismo.

El maniqueísmo surge en un periodo de crisis para el mundo mediterráneo y para el imperio persa. El hecho de que surjan variadas herejías en este periodo (Mani creció en una familia Mandea otra herejía Mazdeista probablemente dualista) atestigua de la crisis espiritual que se debía vivir dentro del ya decadente imperio sasánida. Mani sin embargo, al igual que Zoroastro en su tiempo, tiene intenciones universalistas incluso más ambiciosas, pues piensa predicar su fe desde el lejano oriente hasta dentro del imperio romano.

Dice predicar la fe del dios supremo, a quien llama Zurvan de forma parecida a la antigua herejía Zurvanista. Para Mani, él viene a completar la labor de los profetas Zaratustra, Jesús y Buda, sin las tergiversaciones que provocó el que no dejaran por escrito sus enseñanzas, cosa que si hace él, evidenciando el sincretismo religioso que pretende instaurar (Velasco, 2002). El maniqueísmo se expandió rápidamente entre las masas, pero no recibió el apoyo de las autoridades imperiales. Fue implacablemente perseguido por los emperadores sasánidas y por la ortodoxia Mazdeista, por el cristianismo romano y posteriormente por el islam. Se cree no obstante que ha sobrevivido hasta el siglo XX aunque ya no se encuentran grupos que se definan como Maniqueistas. (Velasco, 2002).

Mani viaja a la India y como se dijo, tomó elementos de diferentes religiones para construir su doctrina. El elemento dualista es claramente radical desde el principio. Existen dos principios que luchan eternamente por el dominio del universo. El relacionar al bien con un dios y al mal con un demiurgo similar es una simplificación en este caso. De hecho existen múltiples manifestaciones del mal regidas por un príncipe de las tinieblas y múltiples manifestaciones de “la luz” también regidas por una deidad superior. Por supuesto, aquí ya se trata de cómo se interprete el mito. Describir la totalidad del mito cosmogónico y escatológico no es la intención de este trabajo. Baste con decir que existen dos principios gemelos y opuestos, respectivamente el de “la luz” y el de “las Tinieblas” que luchan eternamente y hasta el final de los tiempos. El principio de “la luz” esta relacionado con todo lo trascendente mientras que el de “las tinieblas” esta relacionado con lo terrestre y lo subterráneo, de modo que la materia, es una emanación del mal.

Dentro del mito maniqueo la historia esta dividida en tres grandes etapas. La primera, la anterior, es una en donde “la luz” y “las tinieblas” están enteramente separadas, de modo que el universo visible aún no existía. La segunda, en donde estamos, es la era de gran conflicto, pues “las tinieblas” invadieron los dominios de “la luz” de modo que el universo visible fue creado, en parte para salvar al reino etéreo de la invasión del príncipe de las tinieblas. Los seres humanos, estaríamos formados por elementos de ambos bandos. Nuestros cuerpos, siendo materia provienen de la oscuridad, pero nuestras almas, elementos de “la luz” son parte del reino del bien. El cuerpo humano es campo de batalla para los dos principios eternos. Tras la muerte, el hombre reencarna numerosas veces, siendo incapaz de liberarse de la “materia” elemento maligno, al menos que siguiendo la ruta establecida por Mani y los profetas anteriores logre liberarse y regresar al reino de la luz muy a la manera budista. La tercera era, va precedida por guerras y sufrimiento, similarmente a la doctrina cristiana, Jesús regresa a la tierra, como representante del reino de “la Luz” a iniciar el gran combate contra la oscuridad. Vencida esta, “las tinieblas” vuelven a estar separadas de “la luz” y el cosmos vuelve a ser como antes, sin universo visible. (Taraporewala).

Como se ve se trata de una religión cíclica similar a la tradición Hinduista, si bien no queda claro si el conflicto se volverá a repetir en algún momento en el futuro o si el mal será derrotado definitivamente.

El Maniqueismo influye en la iglesia cristiana. San Agustín de Hipona como es bien sabido fue maniqueo muchos años. Buena parte de su Teología es escrita para refutar los planteamientos maniqueistas. Fue él quien filosofo sobre la naturaleza del mal en la iglesia católica, y gran parte de sus argumentos aun se esgrimen como dogma.

La “Privatio Boni”.

El cristianismo no puede ser definido como radicalmente dualista, aunque algunas de sus manifestaciones populares, heréticas o fundamentalistas si lo sean. Pues existe cierta tendencia simplista a dividir el Bien y el Mal como principios claramente opuestos y representados claramente por Dios el uno y por el Diablo por otro lado. Sin embargo no se puede olvidar que el Dios cristiano es omnipotente, el Diablo no es más que uno de sus hijos, un ángel rebelde caído en desgracia, aunque (según ciertos pasajes de la biblia) aún mantiene cierta influencia sobre Él. Pero el mal no puede luchar contra el Bien como entidades físicas pues el Bien (Dios) es omnipotente y omnipresente. Es decir, Dios podría eliminar al Diablo con facilidad, lo que como consecuencia resultaría que el mal tendría una función en el mundo. Por supuesto que todo este problema se deriva del tipo de interpretación que se le de a las sagradas escrituras en este respecto.

La omnipotencia y absoluta bondad de Dios lleva a la pregunta incomoda para el cristianismo de cómo permite este que el mal exista. La tentación de explicar este problema mediante argumentos dualistas (de que el principio del mal es casi tan poderoso como el principio del bien, a pesar de que eventualmente será derrotado) obligó a Tomas Aquino, a elaborar una argumentación lógica que explicara la naturaleza del mal. La conclusión a la que llega es el comúnmente denominado argumento de la “privatio boni” o privación del bien.

En esencia el argumento teológico de la “privatio boni” dice que si un opuesto es conocido a través del otro así como la oscuridad es conocida a través de la luz. Entonces el mal también debe ser conocido según la naturaleza del bien. Ahora el bien es lo que es apetecible y, como cada ser desea su propia perfección, debe ser necesariamente que el ser y perfección de cada cosa creado por dios es esencialmente buena, por lo tanto, no puede ser que el mal signifique un ser, o tenga cualquier forma de naturaleza tangible pues el universo ha sido creado por Dios. De esta manera se llega a la consecuencia que el mal solo significa la ausencia del bien, así como la oscuridad es la ausencia de luz o el frio la ausencia de calor. (Aquino)

En general, el cristianismo combate las tendencias dualistas negando la existencia del mal como ser. San Agustín, reconoce dos tipos de mal, el que el hombre hace a través del pecado se debe a su propio libre albedrio y por lo tanto no proviene de Dios. Por otro lado el mal ocasionado al hombre solo se debe por su propio pecado de modo que Dios no es origen del mismo sino el hombre nuevamente, con lo cual la iglesia exime a Dios de la creación del mal y se lo atribuye únicamente a la omisión del bien por parte de los hombres.

El que se omita la preexistencia de Lucifer, representante del mal, al mismo hombre no es discutido ahí, por supuesto, aquí se trata de un problema del nivel de interpretación que se haga de las escrituras y existen muchas controversias sobre este tema en el interior del cristianismo.

Las herejías dualistas Cristianas: Los Cátaros.

Como ya se viene evidenciando, las doctrinas mas dualistas parecen surgir en el seno de religiones monoteístas, en momentos en que dichas religiones se encuentran en aprietos para explicar el origen del mal cuando Dios se supone que es fundamentalmente bueno. El que estas sociedades no acepten con facilidad el dogma impuesto por la religión oficial se debe probablemente a dos razones, por un lado a que la época en cuestión es (por lo menos desde el punto de vista de quienes la vivieron) de naturaleza muy negativa, o en otras palabras, de mucho sufrimiento y también al descredito que pueda haber en la religión oficial. Es natural no obstante que las grandes religiones tengan periodos de crisis y decadencia, la capacidad que tengan las religiones oficiales en extirpar los resurgimientos dualistas ha sido de suma importancia también.

Ya se relató como surgió de la religión oficial persa, el Zoroastrismo o Mazdeismo las formas de dualismo zurvanista o maniqueista como herejías que fueron perseguidas por su oposición a la religión oficial y por su tendencia al ascetismo y a otras formas de devoción peligrosas para el estado. Aparentemente, en el seno del judaísmo también surgió una heterodoxia de la misma naturaleza, pues “Actuales investigaciones revelan que la visión cosmogónica de los esenios era también dualista, en tanto que veían al mundo como un campo de batalla entre las fuerzas del cielo y las del infierno (Martin, 2007, pág. 30). Algunos autores, vale destacar, esgrimen la tesis de que tanto Jesús como San Juan Bautista pertenecían al grupo de los esenios, pero esto último es difícil de comprobar.

En el Cristianismo también ha habido múltiples manifestaciones dualistas. Entre los gnósticos por ejemplo muchas corrientes de pensamiento lo fueron marcadamente como en el caso de la importante escuela fundada por Marcion, pues aparentemente: “…la mayoría de ellas parten de la idea de que el mundo material es obra de un demiurgo malvado, de un demonio…” (Martin, 2007). Las sectas heréticas más importantes probablemente tienen alguna relación lejana con los maniqueos. Estos parecen haber sobrevivido algún tiempo en Armenia, que al estar en la periferia de ambos imperios, el bizantino y el persa, era un lugar relativamente seguro para las heterodoxias. Aquí parece haber surgido una secta denominada los paulicianos, quienes posteriormente viajarían a los Balcanes, otra zona fronteriza, para establecerse en el imperio búlgaro y mezclarse con la población y los cultos locales, entre cristianos y paganos.

Posteriormente, alrededor del siglo X después de Cristo aparecerían en territorios de los Balcanes la secta de los Bogomilos, quienes estaban en abierta oposición a la iglesia de Constantinopla. Esta secta era notablemente dualista. Predicaban no solo que el mundo había sido creado por el diablo, sino que era hermano de Cristo. De esto se infiere naturalmente que la iglesia, poder terrenal tenia pacto con el diablo. Es interesante observar la interpretación que los bogomilos daban a la parábola del hijo prodigo (Lucas 15. 11-32): “ellos consideraban que el hijo que se había quedado en casa junto al padre era el mismo Cristo, mientras que el joven, que se había marchado era Satanás.” (Martin, 2007, pág. 43). Los bogomilos influenciaron de alguna manera en la cadena de eventos posteriores que daría paso a uno de los episodios más dramáticos de la edad media. Por la escases de fuentes es difícil atribuir la herejía de los cataros a la influencia de predicadores bogomilos provenientes de territorios bizantinos, pero ambas herejías tienen muchas cosas en común a pesar de las diferencias entre sus respectivas áreas de expansión.

El Catarismo fue la herejía más peligrosa que tuvo que enfrentar la iglesia católica antes de la llegada de la reforma en los tiempos modernos. Se denominaban a si mismos “buenos cristianos”, la etimología del nombre cataros es causa de controversia, probablemente signifique “adorador de gatos” por la propaganda católica que los acusaba de pactos con el diablo. También se les llama Albigenses por el pueblo de Albi, si bien su herejía se extendió por todo el Languedoc francés y llegó tan lejos como Aragón e Italia. Aparecen entre los siglos XI y XII y desaparecen lentamente después del baño de sangre que representó la cruzada Albigense en el siglo XIII. Los últimos Cataros parecen haber sido quemados a principios del siglo XV.

El catarismo es un punto de inflexión para la iglesia católica. Representa la primera cruzada dentro de territorio europeo y en contra de cristianos. También marca el inicio de las actividades represivas de la Santa Inquisición en contra del pensamiento disidente. Por todas estas razones el catarismo despierta un gran interés.

El catarismo era dualista, pero se dividía entre dualistas moderados y dualistas radicales. Son los radicales a los que nos vamos a referir a continuación.

Los cataros eran llamados maniqueos por los apologistas de la iglesia, por la similitud que tenían sus doctrinas con las de la antedicha religión. Creían en un Dios, pero, de manera similar a las sectas gnósticas, creían que el mundo era la creación de un Demiurgo, que es comúnmente asociado con el diablo. Valoraban las sagradas escrituras pero estiman que el Yahve del antiguo testamento era en realidad el Demonio, (creencia comprensible por la actuación que tiene en ciertos pasajes bíblicos como el de Job o el del censo de David). Si creían en el nuevo testamento y en Cristo, quien vino a advertirnos en contra del malvado Demiurgo. Los Cataros creían también en la reencarnación, de la cual solo se podía salir al alcanzar el grado de “Perfectos” que en esencia eran santos que practicaban una estricta ascesis y meditación. Si un simple “creyente” era bueno, podía reencarnar como un “perfecto”, pero posteriormente, debido a la persecución empezaron a creer que el “consolamentum” por parte de un perfecto en el lecho de muerte era suficiente para alcanzar la beatitud. Creían así mismo que la iglesia católica era obra del demonio, pues toda la materia provenía de él. Esto los convirtió en enemigos implacables de la iglesia, pues esta no podía permitir por motivos políticos, económicos y religiosos que existiera una creencia así entre los cristianos. De esa manera su creencia de que la tierra era el infierno y que su rey era el diablo se hizo tangible, pues la iglesia se encargo de “martirizar” a la mayor parte de los cátaros.

Algunos de los textos cátaros que han sobrevivido son suficientes para ejemplificarnos la estructura dualista de sus creencias. En “El Secreto Supremo” Satanás es un ángel rebelde que “fue arrojado del Cielo por su pretensión de ser tan grande y poderoso como Dios… Satanás creo el mundo material… (y) convenció a los seres humanos de que el era el verdadero Dios, y eso fue lo que causó que el Dios real enviara a Cristo…” (Martin, 2007, pág. 164).

Por otro lado tenemos “La visión de Isaías” que nos presenta el mundo como el campo de batalla entre las fuerzas de Satán y las de Dios y por último “El Libro de los principios” que nuevamente habla de la coexistencia entre los dos principios eternos y fundamentales, el bien y el mal, cada uno manifestado en lo celestial y lo material respectivamente (Martin, 2007).

Como ya se expuso, los cataros fueron cruelmente exterminados. Siguen habiendo manifestaciones de dualismo hasta la actualidad pero solo en la forma de fundamentalismos religiosos que tienden a relacionar todo lo que les es contrario como proveniente del demonio. Pero no obstante, no existe ninguna secta religiosa importante que predique que el mundo es una creación del Diablo, o que los principios del bien y del mal, sean igual de poderosos.

El fenómeno del Dualismo religioso.

El termino dualismo fue acuñado por el orientalista ingles Thomas Hyde por el año 1700, específicamente para definir la religión persa. El historiador de religiones italiano Ugo Bianchi distingue el dualismo limitado propio de las religiones monoteístas del dualismo absoluto o radical que hemos estado tratando:

1. “El dualismo absolutista considera los principios antagónicos del bien y el mal como eternos y equivalentes, en tanto que el dualismo limitado concibe al mal como un principio secundario, subordinado al principio del bien.

2. El dualismo absolutista cree que los principios antagónicos se encuentran enfrascados en una lucha eterna y, en muchas escuelas, se considera el tiempo como un fenómeno cíclico (algunos dualistas radicales creen en la reencarnación), mientras que el dualismo limitado sostiene que el tiempo histórico es finito; al fin de los tiempos, el principio del mal será derrotado por el bien.

3. El dualismo absoluto considera que la realidad material es intrínsecamente maligna; pero el dualismo limitado sostiene que todo en la creación es intrínsecamente bueno. (Martin, 2007, págs. 20-21)

Podrá haberse notado que a pesar de las grandes diferencias en tiempo y espacio entre, digamos el Zurvanismo persa y el Catarismo francés, todas las doctrinas que expresan un dualismo exacerbado poseían muchas cosas en común.

En primer lugar ninguna llego a ser religión oficial, todas sus manifestaciones extremas fueron herejías dentro de sus mundos religiosos, y fueron herejías que fueron perseguidas con bastante violencia hasta donde sabemos. Todas creen en la existencia del Bien y el Mal como principios eternos, en conflicto tanto en el cosmos como en el microcosmos del corazón humano. Creen que son de potencia similar, si bien el mal será derrotado en el fin de los tiempos. Las religiones dualistas creen en la reencarnación, la salvación solo es posible una vez que se encuentra el principio del bien y se vive de acuerdo a sus pautas para escaparse del ciclo. En casi todas sus manifestaciones es el principio del mal quien crea el mundo de lo terreno, de lo material, mientras que el principio del bien creó lo sublime, lo celestial, el espíritu y las almas. Quizá sea esto último lo más peligroso de las doctrinas dualistas, y la razón de que fueran tan cruelmente perseguidas. Creer que el mundo ha sido creado por un demiurgo malvado tiene por consecuencia que la persona sienta un profundo desprecio por el mundo, por los poderes, por la iglesia, e incluso por su propio cuerpo y los placeres mundanos. Las sectas dualistas tendieron hacia el ascetismo y la pobreza por parte de sus hombres santos y a la aceptación del sufrimiento y la pobreza al mismo tiempo que al rechazo de los placeres sexuales por parte de los creyentes, lo que puede haber significado un declive en su prosperidad y fertilidad.

Existe una cierta reivindicación de grupos como los cátaros que se consideran ahora como verdaderos santos frente a una iglesia violenta y bárbara, pero no obstante no se debe sobreestimar la santidad de un grupo religioso que ve el mundo literalmente “en blanco y negro.” Su falta de manifestaciones violentas se puede muy bien deber al hecho de que se encontraban perseguidos y no al contrario. Es cierto que los “perfectos” no se defendían de las agresiones violentas, pero recordemos que los creyentes anhelan obrar bien para poder ser perfectos en una vida futura, y estos si que no tenían problema en usar la violencia para defenderse. El mayor problema con una doctrina dualista es a nuestro entender, que esta justifica plenamente la destrucción o la desobediencia de toda forma de autoridad política o religiosa porque la asocian inmediatamente con el mal. Sus detractores eran plenamente conscientes de esto, y para mal o para bien se encargaron de derrotar y desaparecer estas manifestaciones.

El dualismo en forma tan radical surge por el rechazo de las interpretaciones preexistentes sobre el origen y función del mal. En esencia la pregunta es ¿Por qué Dios que es omnipotente y bueno permite que exista el mal? La duda que esto conlleva es que o Dios permite que exista el mal (en cuyo caso no es bueno porque es la causa última del mal), o no puede evitar que exista (en cuyo caso no es omnipotente). Ya presentamos muy resumidamente cual es la posición de la iglesia católica al respecto. El mal no existe como entidad es solo la privación del bien y el mal que ocasiona el hombre o que es ocasionado al hombre proviene de sus propios pecados y tiene como causa última su propio libre albedrío. Así mismo, los designios de Dios son inextricables y la muerte de un familiar o una desgracia personal no puede ser definido como mal.

Los dualismos radicales son una protesta desesperada en tiempos de sufrimiento y de descrédito de las religiones oficiales a estos argumentos, no se puede decir que sean una sencilla simplificación del problema del mal (las explicaciones maniqueístas por ejemplo son muy complejas y elaboradas al igual que sus mitos) tampoco que se deban a doctrinas intencionadas con el propósito de destruir al sistema (lo cual es tentador). Las religiones dualistas son verdaderas y sinceras manifestaciones religiosas que intentan encontrar una definición propia del universo.

Como es bien sabido en historia de las religiones, el hombre representa una analogía al cosmos donde se desenvuelve, existiendo la relación cosmos-microcosmos. De este modo en los mitos de creación del mundo el universo esta constituido de manera similar al hombre y viceversa (Eliade, 1981). Una cosmogonía dualista entonces no esta haciendo más que poner el énfasis en un hecho totalmente humano, la presencia del mal en el alma del individuo. No obstante, en tiempos de crisis, el hombre es incapaz de aceptar la presencia del mal en el cosmos y en su ser, y por lo tanto lo objetiva, como un hecho externo a él al que asocia a un demiurgo malvado o demonio. De este modo no es el hombre el responsable del mal, ni la iglesia, ni el estado, sino el demonio que como ente objetivo embauca u obliga al responsable del mal.

En psicología analítica cuando aparece un “demonio” en el sueño de un paciente, este es relacionado inmediatamente con la “sombra” un arquetipo que representa las bajas pasiones del individuo, generalmente sus pasiones violentas, agresivas, sexuales etc, que son vistas como negativas por él o por la sociedad y que por ende el individuo ha reprimido. En ocasiones el individuo puede “objetivar” dicha manifestación psíquica en un ser externo que por lo general es visto como “maligno” (Jung, Psicología y religión, 1949).

El demonio es en esencia eso, una objetivación de los impulsos negativos en el interior del corazón del individuo. De ahí que los dualismos resulten tan peligrosos, pues quien lo profesa tiende a ver en el demonio todo lo que odia de si mismo y de esa manera, odiar al otro a quien ha relacionado con el “maligno”. La cacería de brujas responde a causas psicológicas similares.

Por supuesto que no pretendemos agotar con esto un problema tan profundo como la causa de este fenómeno religioso. Lo que queremos es apuntar, en lo que concierne al problema del origen del mal, hacia algo que aceptan comúnmente teólogos, filósofos y psicólogos, que es que el mal se encuentra dentro del corazón del mismo hombre y no en otro lado. En la psicología jungiana que es la que más ha tratado de estudiar el fenómeno religioso desde sus manifestaciones fenoménicas (Elíade, 1952), Dios es visto como una imagen objetivada de la propia totalidad del ser humano como individuo. Es decir, Dios es el hombre mismo, pero una vez que ha llegado a la plenitud, si tal cosa es posible. Una persona que tenga una visión de Dios o que lo vea en sueños estaría así interactuando con lo más profundo de su “si mismo” con su inconsciente, que es colectivo, de manera que Dios es al mismo tiempo un hombre individual y un Hombre colectivo. Se desprende de aquí entonces que según la interpretación jungiana del fenómeno religioso y de la divinidad, Dios esta realmente en el corazón de cada uno de los hombres (Jung, Psicología y religión, 1949).

Sobre la naturaleza del mal cabe destacar lo que Jung escribe, ya en su madurez sobre un capitulo de la Biblia que dice le había molestado profundamente durante su juventud, se trata de las pruebas a las que Dios somete a Job por incitación del Maligno:

“Satán es el único que puede hacerle perder pie a Yavé, el único que puede cegarle a quebrantar en masa su propio código penal. Satán es, ciertamente, un adversario formidable; además, por razón de su parentesco cercano, es tan comprometedor que hay que ocultarle con la máxima discreción, Yavé ha de encubrir ante su propia conciencia a Satán, el cual se encuentra dentro de su propio pecho; para ello tiene que convertir al pobre siervo de Dios en un espantajo al que fuese necesario combatir, con la esperanza de poder de esta manera "desterrar la terrible mirada a un lugar oculto", y mantenerse a sí mismo en estado de inconsciencia… La ingenua suposición de que el creator mundi es un ser consciente ha de ser considerada como un prejuicio de funestas consecuencias, pues da ocasión más tarde a las más increíbles dislocaciones lógicas. Así, por ejemplo, el absurdo concepto de la privatio boni no hubiese sido jamás necesario, sino no hubiese sido preciso presuponer que la conciencia de un Dios bueno no puede producir en absoluto hechos malos. La inconsciencia e irreflexión divinas, por el contrario, posibilitan una concepción que exime del juicio moral al obrar de Dios, y no provoca conflicto alguno entre su bondad y su terribilidad.” (Jung, Respuesta a Job, 1952, págs. 25-27).





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Eliade, M. (1981). Lo Profano y lo Sagrado. Madrid: Guadarrama.

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