sábado, 16 de enero de 2010

Hinduismo, Islamismo y Aztequismo; Tres Religiones, Tres Enfoques de una misma Sexualidad.

Universidad Central de Venezuela.
Facultad de Humanidades y Educación.
Escuela de Historia.
Seminario: Historia de la Espiritualidad.
Prof. Rodrigo Fernández.


Hinduismo, Islamismo y Aztequismo: Tres Religiones, Tres Enfoques de una misma Sexualidad.
Br. Patricia Machado.
C.I. 19792863
Caracas, 15 de Enero del 2010.




Hinduismo, Islamismo y Aztequismo: Tres Religiones, Tres Enfoques de una misma Sexualidad


La sexualidad humana es probablemente única en su naturaleza, la idea del coito como un acto que va más allá de la procreación se ha planteado en diversas culturas; sin embargo, con el tiempo se ha ido desarrollando una concepción en la cual los fundamentos morales y éticos de un individuo han de ser medidos a través de la actitud que éste asuma ante los deseos y pasiones propios del cuerpo. En este sentido las religiones se han erigido como la principal institución que reglamenta y pauta las normas de conducta de sus fieles, establece un control absoluto de la sociedad que ha de devenir en su vida diaria.
Usualmente la estructura propia de las religiones ha posibilitado el asumir una posición de critica y rechazo ante el desenvolvimiento de un elemento tan natural de la sociedad como lo es el erotismo; no obstante, existen cultos que han visto en el acto sexual la posibilidad de trascender espiritualmente, de consagrarse con la divinidad e inclusive establecer un lazo de comunicación con ésta, bajo cierto limites claro está, los cuales son probablemente determinados por las propias características culturales, políticas y sociales del lugar en el cual se encuentre.
Nos encontramos entonces ante sistemas de cohesión social en el cual se presenta un ordenamiento referente a la propia vida sexual de los creyentes, estableciendo un sistema de premio y castigo con respecto a las acciones de los mismos, de limites ceñidos ya sea al matrimonio, a la orientación sexual, al concepto de fidelidad o pureza; elementos verdaderamente relativos y de difícil definición. A pesar de esto se hace un intento en desarrollar un breve análisis en el cual se pueda comprender, sin mayores complicaciones, la manera como tres distintas religiones afrontan y argumentan el tema de la unión carnal y la naturalidad de la misma en el hombre (sentido general del término), ya sean animistas como la religión Azteca, politeístas como la hindú o monoteístas como la islámica se han constituido como vertientes únicas y controvertidas, diferentes entre sí pero similares en espíritu que permiten aproximarnos no sólo a sus basamentos místicos sino también a sus propios ideales sociales.

Hinduismo, Islamismo y Aztequismo. Tres Religiones, Tres Enfoques de una misma Sexualidad.

A través de la historia la sexualidad humana ha sido uno de los temas más controvertidos y polémicos del devenir social y cultural, en parte por lo excepcional de su naturaleza. El conjunto de valores éticos y morales de una determinada sociedad suelen mostrarse bastante regios frente a este tema, en especial cuando nos referimos a la posición que las diversas religiones adoptan con respecto al mismo. Es básicamente imposible llegar a una opinión general ya que estos elementos místicos han de adaptarse por lo general a un entorno especifico, a unas características sociales, económicas y culturales particulares; no podemos por ende, hacer un estudio categórico sobre el tratado que las diversas religiones suelen dar sobre un aspecto absolutamente inherente al hombre y a su propia condición, por el contrario, lo ideal es intentar asumir la investigación de una manera más particular y tomar algunas de estos cultos como ejemplo. En este caso, utilizaremos entonces aquellos que han producido gran impacto y se han posicionado como perspectivas únicas y diferentes; se trata de religiones que han sido cargadas con intensos estigmas, que han sido duramente criticadas, desdeñadas y en ocasiones mal interpretadas, resultado probablemente de la misma ignorancia que se cierne sobre ellas.
Tomamos por modelo el caso de la religión islámica, a pesar de ser en extremo antigua y en la actualidad de gran vigencia existen una pluralidad de estudios que la consideran obsoleta, cerrada y en extremo conservadora; existe en ella una profesión de fe absoluta hacia Dios y nadie más, marca las pautas de acción y de conducta de sus fieles así como cualquier otra religión lo hace, pero suele hacerse presente en la constitución de los Estados que profesan estas creencias, convirtiéndose en gobiernos absolutamente teocráticos, lo que podría explicar las raíces del debate a su alrededor. Por otro lado, encontramos la religión típica de la civilización Azteca, la cual representa por su parte los elementos caracterizantes de una sociedad indígena con un desarrollo indiscutible, una religión politeísta y animista donde los dioses eran vistos como jueces y verdugos al mismo tiempo; por ultimo, podemos observar al hinduismo, manifestación ideal del sentido de autorrealización y evolución espiritual, los dioses como individuos bilaterales capaces de premiar y castigar, de construir y destruir.
Ya sean vistas como estancadas, sanguinarias o supersticiosas estas religiones constituyen un perfecto ejemplo de posiciones hasta cierto punto liberales con respecto al sexo y todo lo que a éste le rodea. No son criterios tradicionalistas y a pesar de lo que se pueda pensar se consolidan en una suerte de neutralidad con concepciones más actualizadas y vigentes de las que se les atribuyen normalmente.
Empleando al islamismo como punto de partida, es notable que su perspectiva con respecto al acto sexual posee un matiz un tanto simplista donde no se condenan las prácticas eróticas y por el contrario se consideran un elemento natural del ser humano, el cual no tiene porque ser rechazado, en cambio se conoce como un acto de voluntad divina. El autor Abdelwahab Bouhdiba, en su texto la sexualidad en el Islam, inclusive llega más allá de esta opinión y considera que es una representación y manifestación de la obra creadora de Dios y de ahí radica su importancia y riqueza

Según Bouhdiba (1989): La relación sexual de la pareja retoma y amplifica un orden cósmico que la desborda en todas sus contingencias: el coito reedita la creación. El soplo genésico que recorre el Corán asocia el dinamismo biológico al movimiento de la materia. El sentido de este devenir sostenido por la voluntad divina es lo que crea reposo, distensión y voluptuosidad en el hombre. (p.20)

Por lo tanto, podemos decir que la función sexual es un ritual sacralizado hasta cierto punto, en el cual lo celestial y lo terrenal se interrelacionan, donde se crea y origina, el hombre y la mujer toman características divinas y se retoma el momento inicial, el génesis y el principio mismo de la vida. El acto sexual tiene entonces una gran importancia en el desarrollo de la vida islámica, es vital y necesario, no obstante esto no quiere decir que no tenga sus propias limitaciones aunque de éstas hablaremos más adelante.
En un sentido similar encontramos al aztequismo como propuesta más guerrera sí se puede decir, lo cual se relaciona con la identidad propia de esta civilización, quienes llegan al poder y se mantienen en el dominio, gracias a su superioridad en cuanto a las actividades bélicas se refiere, para ellos el sexo no es más que el combate entre el hombre y la mujer, es una lucha y tiene como único fin la procreación, igualmente debe desarrollarse exclusivamente en la madurez y con la iniciación en el matrimonio, siendo éste un elemento de suma importancia en el establecimiento social, cultural y religioso de los tres cultos a estudiar. El matrimonio se constituye como el punto de partida y el núcleo central del desarrollo de la sociedad; se trata de la columna vertebral de estas culturas y las actividades sexuales previas a éste suelen ser no sólo rechazadas sino ampliamente condenadas y castigadas. Tomamos por ejemplo la azteca en la cual existía un evidente cuidado de la virginidad femenina, ésta era inculcada desde el propio seno familiar y el mantenimiento de relaciones premaritales podría resultar en la desgracia y desprestigio de la familia en general, de hecho su idioscincracia se orientaba hacia una mujer recatada en acción y apariencia, que no llamase la atención y evitase ser objeto de tentación o caer en la misma, este culto a la castidad lo podemos ilustrar con uno de los típicos cantos que las madres solían proclamar a sus hijas.

Según Noemí Quezada (1984): Sólo una cosa, hija mía, me resta por decirte para acabar mi platica: si los dioses te dieren vida, y si vivieres algunos años sobre la tierra, mira hija mía muy amada, palomita mía, que no des tu cuerpo alguno; mira que te guardes mucho que nadie llegue a ti, que nadie tome tu cuerpo. Sí perdieres tu virginidad y después de esto te demandare hombre alguno, y te casares con él, nunca se habrá bien contigo, ni te tendrá verdadero amor; siempre se acordara de que no te hallo virgen, y esto será causa de grande aflicción y trabajo; nunca estarás feliz. (p.51).

Asimismo, la integridad toma importancia en el islamismo especialmente donde la virginidad de la mujer es un requisito absolutamente indispensable para el contrato matrimonial, en caso de llevarse a cabo y se compruebe la “impureza” femenina el esposo está en absoluto derecho de repudiar y devolverla según su consideración. Con la intención de comprobar esta virtud se realiza una suerte de rito en el cual posterior a la consumación matrimonial, la primera noche como pareja, el hombre debe mostrar la sangre de la mujer a su familia producto de su desfloramiento, como prueba de su entereza. El hinduismo por su lado no posee una jurisdicción en contra de las relaciones prematrimoniales, sin embargo la virginidad, nuevamente en la mujer, es absolutamente fomentada e incentivada. Se considera a ésta como símbolo de probidad e integridad además de poseer un criterio en el cual el sexo debe ser resultado del amor y no al revés, el primero debe derivar del segundo.
Debemos destacar que el hinduismo es una religión que tiene un tratado hacia la sexualidad absolutamente único y que probablemente sea el más complejo e intrincado de todas; estas creencias consideran al acto sexual como una forma de expresión de la energía en su flujo natural, como una forma de buscar la realización total y transcendental a través de las potencialidades divinas que se hallan encerradas en el ser humano, así como lo explica Rajneesh Bhauwan en su texto Psicología de lo Esotérico.

Según Bhauwan (1996): La energía sexual no existe. La energía es una y la misma. El sexo es una de las formas en que se expresa, es una de sus direcciones; es una de las aplicaciones de la energía. (…) Cuando la energía vital se hace biológica, se transforma en energía sexual. El sexo es el flujo natural y biológico de la energía vital, y la forma más básica de utilizarla. Es natural porque la vida no puede existir sin él, y es la forma más básica porque es el fundamento, no la cima. (p.35)

Es un camino de evolución espiritual y la sexualidad es una forma de llegar a ella. Sin embargo, existe una especie de sendero en el cual se explica que no cualquier hombre (sentido general del término) está en capacidad de alcanzar este fin, existen otros elementos que deben ser entendidos y practicados con la intención de utilizar el sexo de manera que sea enriquecedora para el espíritu, siendo éstos el Dharma que trata de guiar al individuo a la acción correcta y adecuada y al bien propio y colectivo. Igualmente, encontramos la Moksa que se relaciona al proceso de liberación o salvación del propio Karma que ha de determinar el destino de cada ser humano, por otro lado existe el Artha el cual podemos asociar mas bien con la consecución de bienes materiales y el cumplimiento de las propias metas, por ultimo está el Kama, éste se refiere a la obtención de los placeres humanos, entre ellos el sexo, evidentemente sin que estos sean exacerbados y tomen preponderancia frente a los demás.
El Dharma, la Moksa, el Artha y el Kama, son los cuatro pilares del hinduismo que deben regir la vida de sus fieles, son conocidas como las cuatro Purusharthas de la religión védica. De estos dogmas surgió y se desarrolló la escuela del tantrismo hindú en el siglo IV D.c. en el cual se emplea el ato sexual como rito espiritual y se basa en la experiencia de un poder divino que se halla en el cuerpo del hombre, esto se denomina Kundalini, que es básicamente la totalidad de las potencialidades, es el desarrollo de la propia energía individual. Cabe destacar que la práctica del tantra era libre, es decir, no había diferenciación entre las castas, lo cual es de suma importancia puesto que el sistema social propio del hinduismo es en extremo cerrado y no permite la ascensión social fundamentándose en el Karma y los designios del mismo.
Esta escuela ha dado origen a uno de los textos de sexualidad de mayor importancia y envergadura que la humanidad haya visto, es decir, el Kama Sutra, que significa etimológicamente aforismos sobre la sexualidad, y fue escrito por un religioso y escritor hindú denominado Vatsyayana, quien se piensa vivió aproximadamente entre los siglos IV y VI D.c., aunque no se posee una fecha exacta de su vida y mucho menos de su labor como escritor. Es posible mencionar que para esta época la escuela de tantrismo esta en pleno surgimiento y desarrollo, lo que nos da una idea de su influencia religiosa y filosófica, probablemente innovadora aún en este periodo. El Kama Sutra contrario a las creencias comunes, es un libro que versa mucho más que sobre el sexo como una practica frívola, por el contrario el texto trata de exponer la sexualidad como el resultado de la unión divina, además de explicar como tanto el hombre como la mujer son seres netamente cargados de energía que debe ser canalizada por medio de las relaciones sexuales dirigidas hacía el amor. Esta obra consta de 36 capítulos y expone siete temas diferentes, entre ellos uno dirigido al sexo, su influencia y finalidad en la vida, el coito sexual mismo y una clasificación de 64 posiciones distintas, la importancia de la esposa, su elección y correcto comportamiento, explica la relevancia de las cortesanas en esta sociedad, y la capacidad para seducir y atraer a las personas a través de cierto encanto natural e individual producto de la meditación y el desarrollo no material. Podemos decir entonces que se trata de una guía sexual para el desarrollo espiritual y religioso, tanta ha sido su influencia que se ha traducido a un incontable número de idiomas además de ser versionado y reeditado constantemente aún en la actualidad.
Existe un elemento bastante curioso que relaciona de cierta forma al aztequismo con el tantrismo, la palabra tantra se remonta a la práctica de tejer y se utiliza como paradigma para representar la naturaleza entretejida del universo y nuestras acciones, la continuidad de causa y efecto, acción y reacción; en el caso de los Aztecas el tejido y las tejedoras son directamente asociadas al sexo, vistas como mujeres de dudosa reputación inclusive, lo cual se corresponde con los movimientos empleados por ellas en su labor.
En toda religión la acción de la divinidad o divinidades ha de determinar toda existencia y acontecimiento, cada una de las actividades está ceñida a la acción divina, la sexualidad no es la excepción, los musulmanes consideran al sexo como una gratificación de Alá por ejemplo. Sin embargo, esta situación es mucho más evidente en las religiones politeístas, especialmente la Azteca y la Hindú, en el caso de la primera existe una representación que marcará y condicionará todo aquello que tenga que ver con el sexo, éste es el caso de la diosa Tlazolteotl, la cual es asociada a la voluptuosidad y cuya función es la de dominar a las personas carnales y velar por la fecundidad al proteger a las parteras y a las mujeres embarazadas, también está Xochiquétzal cuyo énfasis se sitúa en la actividad amorosa misma, en el acto sexual cuya finalidad no es la procreación, es por esto que se le considera como la diosa de las relaciones ilícitas y prohibidas, la protectora de las prostitutas rituales, de las cuales hablaremos posteriormente, y de las hilanderas y tejedoras. Finalmente encontramos al hermano gemelo de la última, Xochipilli el cual es asociado a la fertilidad y a los placeres físicos y banales. Las fiestas dedicadas a ambas diosas estaban determinadas por reglas calendarías complicadas, asociadas directamente al ciclo agrícola, vemos entonces que Tlazoltéotl favorecía la fertilidad de los cultivos de la comunidad y Xochiquétzal daba gracias al resto de las divinidades por la abundancia de las cosechas. Al mismo tiempo, al momento de castigar estas deidades eran absolutamente inclementes y generalmente lo hacían contagiando con enfermedades venéreas a aquellos que actuasen indebidamente y no respetasen los estatutos del culto, las personas que padeciesen de estas dolencias eran conocidas como tlaccolmiquiztli, lo que significa dañado a causa del amor y deseo, estos personajes eran absolutamente rechazados por su entorno y solían ser obligados al aislamiento o exilio.
En el caso hindú esta representación divina se expresa a través de una dualidad, de una simbiosis que manifiesta el equilibrio del universo, la cual se origina a partir de dos dioses, el primero es Shiva; quien representa la masculinidad, es la conciencia, el origen, da vida, es el sustrato del universo, destruye para construir; por otro lado podemos observar a Shakti, quien personifica la femineidad, es el poder, la acción, es la creadora de la naturaleza y la esencia de la mujer, se encuentra en cada una de las féminas pero no en todas se desarrolla a plenitud. La relación entre ellos partiendo del coito dará como resultado la iluminación, es la unión suprema, aquello que trasciende, es la perfección que surge del amor, del placer y de la creación.

Ob cit.: El acto sexual no es, en realidad, un dialogo entre un hombre y una mujer. Es un dialogo del hombre con la naturaleza a través de la mujer y de la mujer con la naturaleza a través del hombre. Es un dialogo con la naturaleza. Por un instante te encuentras en el flujo cósmico; estás dentro de la armonía celestial, sintonizado con el todo. De esta forma el hombre se realiza a través de la mujer y la mujer a través del hombre. (p.39)

Se trata entonces de una dualidad imprescindible, de una forma de ir más allá de lo evidente, de realizarse, de meditar pero por sobre todas las cosas de trascender. Asimismo, la religión hindú tiene un culto dirigido principalmente a la sexualidad masculina por encima de la femenina, esto se comprueba al notar que el dios Shiva es adorado a través de una escultura de naturaleza falica denominada lingam, la cual es venerada y ofrendada en todos los ritos de naturaleza sexual ya que éste representa al miembro reproductor de la deidad, por ende su capacidad para crear y dar vida.
Otro de los elementos de primordial importancia en el establecimiento de la sociedad y su relación con la sexualidad, es el de la prostitución y como cada religión afronta esta cuestión; en este caso podemos considerar a la sociedad Azteca como contradictoria en este aspecto, puesto que sí bien la prostitución es un absoluto delito y está considerado como una de las principales fallas femeninas, al mismo tiempo existe la presencia de una clase privilegiada constituida por las sacerdotisas, también conocidas como prostitutas rituales. Las prostitutas comunes se han de distinguir del resto de las mujeres por su maquillaje y cabello ostentoso, algunas de sus prácticas habituales era la de administrar sustancias alucinógenas con fines afrodisíacos, ésta se denominaba mazacóalt, Dentro de las costumbres aztecas estas mujeres eran absolutamente renegadas de la sociedad y consideradas culpables de las desgracias de la misma, inclusive podían ser penadas con la muerte en caso de ser denunciadas, estas trabajadoras eran conocidas con el nombre de ahuiani, es decir, mujer alegre. Con respecto a esto la autora Noemí Quezada utiliza un antiguo relato de esta civilización para ilustrar el odio que se les proveía.

Ob. Cit. La prostituta es mujer publica y tiene lo siguiente: que anda vendiendo su cuerpo, comienza desde moza y no lo deja siendo vieja, y anda como borracha y perdida, y es mujer galana y perdida, y con esto muy desvergonzada; y a cualquier hombre se da y le vende su cuerpo, por ser muy lujuriosa, sucia y sin vergüenza, habladora y muy viciosa en el acto carnal; (…) Es andadora, o andariega, callejera y placera, ándase paseando, buscando vicios, anda riéndoseme nunca para y es de corazón desasosegado. (p.55)

Como mencionamos previamente, los Aztecas se constituyeron como una sociedad en extremo guerrera y el beneficio de estos soldados se alzaba como una de las principales prioridades de la comunidad en general; es por esto, que se desarrolla la figura de la sacerdotisa, la cual tenía como función prestar labores sexuales a los batallantes antes del enfrentamiento, con la intención de que estos pudiesen sentirse liberados y desahogados ante el combate, asegurando un mejor desenvolvimiento. El trabajo y la importancia de esta mujer era imprescindible, se enaltecían como una de las clases que gozaba de mayores beneficios y su estatus era inviolable, su labor no podía ser cuestionada y la reputación de estas prostitutas era intachable, inclusive en caso de que algún habitante del pueblo las ofendiese de alguna forma eran castigados con la muerte y/o tortura, dependiendo del agravamiento cometido. Su educación era la mejor que una mujer pudiese recibir, eran constantemente halagadas y ofrendadas por todos los sectores de la sociedad, podríamos atrevernos a decir que eran las mujeres de mayor poder entre los Aztecas y las victorias militares solían ser atribuidas a sus funciones.
En el caso del hinduismo las cortesanas también formaban una élite privilegiada, sus funciones iban mucho más allá de las sexuales, eran dignas damas de compañía, con la mejor educación a la cual podía acceder una mujer para el momento, eran entrenadas para satisfacer cualquier tipo de necesidad, desde el punto de vista intelectual hasta el sexual, podemos decir por ende, que sus funciones se relacionaban con el propio desarrollo espiritual del hombre; sin embargo, existen razones para creer que no estaban bien vistas por el pueblo común y su labor estaba principalmente dirigida a las clases de mayor opulencia y poder.
En el caso islámico la prostitución es absolutamente condenada y reprochada, es vista como producto del trabajo del mal y considerado como una de las acciones más detestables que un ser humano pueda realizar, la pena por este delito es la muerte por apedreamiento publico.
La actividad sexual es de tal importancia dentro de la religión musulmana que inclusive se encuentra presente en la concepción de la vida después de la muerte, del paraíso de Alá o Janna y el infierno, también conocido como Nar. Uno de los privilegios de la buena acción y por consecuencia el acceder a la tierra de Dios es el disfrute de la sexualidad a plenitud, esto acorde a lo señalado por el escritor musulmán Abdelwahab Bouhdiba cuando indica

Ob. Cit. Las delicias son también de índole carnal. El paraíso está poblado de huríes. Estas huríes son la quintaesencia de la femineidad, sus cuerpos están hechos de azafrán, de almizcle, de ámbar y de alcanfor; sus cabellos son de seda griega. A todo hombre que observe el ayuno durante el mes de ramadán, Dios lo casará con una hurí del paraíso y lo instalara en una tienda situada dentro de una perla blanca. Cada hombre dispone de setenta alcobas y en cada una de ellas estará dispuestos setenta lechos, sobre cada uno hay una mujer que espera al elegido. Ella está rodeada de mil esclavas negras y cada una de ellas, con una escudilla en la mano, alimenta a la mujer y al marido. (p.119)”

A pesar de que en el islamismo el sexo es visto como una actividad propia del ser humano, natural y digna de ser aprovechada, también existen restricciones religiosas y, en este caso, legales con respecto a determinadas acciones, entre ellas la sodomía, el travestismo y el celibato, las dos primeras son castigadas con la muerte.

Ob Cit. El Islam es absolutamente hostil a todas las formas de realización sexual que sean antinaturales, ya que ellas se oponen al encuentro de la armonía antitética de los sexos; ellas violan la armonía de la vida; prolongan al hombre en la ambigüedad, todas esas desviaciones implican un rechazo a aceptar el propio sexo y asumir la condición femenina o masculina. La desviación sexual es desafío a Dios (p.54)

No obstante, para el musulmán el adulterio personifica el peor de los delitos y su pena es la lapidación hasta la muerte; aunque el engaño femenino resulta de mayor gravedad que el masculino. Por otro, lado la mujer al contraer matrimonio se debe ceñir a ciertos esquemas y está en la obligación de satisfacer a su esposo cuando éste lo deseé, en caso del incumplimiento de este postulado el hombre esta en el derecho de repudiarla, un plazo de abstinencia de 120 días es un máximo que no podrá ser superado.
En el caso Azteca el adulterio también conforma uno de los peores crímenes a cometer, esto encuentra su explicación en la importancia del aseguramiento del linaje y estirpe masculina; en caso de ser cometido este acto es responsabilidad del Estado castigar a aquel que cometa tal infracción, se reprocha absolutamente la venganza individual y se establece desde todo punto de vista la importancia de la lealtad y fidelidad marital, Noemí Quezada hace énfasis en este punto utilizando nuevamente uno de los poemas tradicionales dirigidos exclusivamente hacia las mujeres, este dicta:

Ob. Cit. Cuando se fuese decidido que tengas marido hija mía, estando ya en su poder, mira que no le des licencia a tu corazón de que se incline a otra parte; mira que no te atrevas a tu marido; mira que en ningún tiempo, ni en ningún lugar le hagas traición, mira que no des tu cuerpo a ningún otro hija mía porque esto es una caída en su sima y su suelo que no tiene remedio, si fuese sabido, y si fueses vista en este delito, matarte han, echarte han en una calle para ejemplo de toda la gente, donde serás por justicia machucada la cabeza y arrastrada; de éstas se dice un refrán: probarás la piedra y serás arrastrada y tomarán ejemplo de tu muerte. (p.51)

El asegurar las líneas de paternidad en la estirpe se convierte en un aspecto de principal importancia y el caso de incumplirlo contará con una de las penas más duras y sanguinarias entre las existentes. La mujer adultera era conocida como tetzauhaihuatl, es decir, mujer maligna, según los Mexicas estos seres habrían de traer desgracias y castigos divinos a toda lo sociedad, es por esto que se les debía dar muerte con inmediatez. Por otro lado, el adulterio masculino no era castigado, por el contrario era visto como una forma de expresión del hombre reflejando la ineficiencia de su esposa; en caso de que el marido perdonase el adulterio ambos eran sacrificados. Al igual que en el islamismo el travestismo era castigado con la muerte ya que consideraban que este atentaba contra el equilibrio natural que los dioses habían proveído.
En el hinduismo esta práctica también se encuentra absolutamente prohibida, inclusive hacia el siglo XVI Kalyana Malla, un autor profesante de esta religión, escribió una de las obras más famosas sobre la sexualidad humana dirigida específicamente a las parejas unidas en matrimonio, el Ananga Ranga, que se traduce como barco del amor. El libro ofrece un catalogo de posiciones y juegos sexuales con la intención de evitar la monotonía que lleva a hombres y mujeres a transgredir el sagrado voto matrimonial. De igual manera, dicho credo también se muestra renuente a la realización del aborto y prohíbe atentar contra la vida del feto de esta forma, sólo puede ser tolerado en casos extremos, por ejemplo que la madre corra peligro de muerte debido al proceso de gestación.
El adulterio ha dado pie al estudio de un punto relacionado, la poligamia, que surge como respuesta de los intereses masculinos de poseer control sobre más de una mujer. En la actualidad hindú se encuentra legalmente prohibida pero solía ser practicada por los reyes de la antigüedad. Los musulmanes son los principales devotos de esta costumbre y están en la capacidad de casarse hasta con cuatro mujeres diferentes, al igual que contar con una cantidad ilimitada de concubinas, en el caso de las esposas se debe mantener una igualdad absoluta entre ellas, aunque la primera consorte tiene mayor importancia. En la actualidad por cuestiones de rentabilidad monetaria esta tradición no es tan común, al menos no para el ciudadano corriente. Otra de las prácticas cotidianas en esta religión, aunque fue recientemente prohibida, es la del matrimonio temporal, es decir unir lazos religiosos y legales con una mujer por una cantidad de tiempo que aunque no está específicamente determinado, no suele ser de larga duración y la separación entre la pareja no es condenada, sin embargo esta practica fue rechazada por haberse prestado para la constitución de redes de prostitución.
El caso Mexica se puede relacionar con el hindú y el musulmán, en este sólo a los nobles les era permitido la poligamia, por lo general poseían una esposa principal y una cantidad ilimitada de concubinas, es decir, existía una limitación sexual dependiendo del sector social al cual se perteneciese, por lo general era el pueblo común el que tenía las mayores restricciones pero también en el caso de la nobleza se trataba de llevar la sexualidad con cierta moderación, puesto que de esto dependería el buen control y administración de su imperio, por ejemplo las doncellas nobles debían mantener su virginidad bajo pena de muerte, en cambio las del pueblo en ocasiones podían ser dedicadas a la prostitución o al concubinato, posición que no les daba garantía ni beneficios sociales de ningún tipo, inclusive eran mujeres que muy probablemente no podrían ser desposadas posteriormente por su llamada impureza.
El concepto de pureza también resulta de suma relatividad en el entorno religioso, por lo general se relaciona a la mujer con esta mancha, esto debido a que los flujos menstruales y los propios del embarazo, eran mal vistos y rechazados. En el Islam mantener relaciones sexuales con una mujer mientras ésta este menstruando es considerado una falla de suma gravedad, podríamos decir que un pecado. Los hindúes consideran que cualquier tipo de práctica sexual no vaginal sería castigada por los dioses.
Tanto el hinduismo como el islamismo y el aztequismo conciben a la sexualidad humana como un elemento natural que proviene de su propia identidad y que le permite expresarse y conectarse con el poder sobrenatural. No obstante, es una concepción que se inclina indudablemente hacía la superioridad del hombre con respecto a la mujer, es un criterio en el cual las libertades masculinas se contraponen a las necesidades femeninas, se emplea a través de la figura del dominio y de la subordinación. A pesar de hablar constantemente de un equilibrio natural éste no se tiene en cuenta al momento de referirse a la libertad y paridad femenil, la mujer debe estar a entera disposición de su pareja y sus pecados o fallas parecen ser de mayor gravedad al cometido por cualquier hombre; es una forma de cohesión social en el cual se controla a plenitud la actividad de unas y se permite la promiscuidad de los demás, al mismo tiempo de establecer una desigualdad absoluta donde se determina una adecuada conducta a la cual la mujer debe ceñirse con la intención de plegarse a satisfacción de su propio consorte. El matrimonio se convierte entonces en una institución de potestad, en una forma de sumisión y castigo consecuente en caso de no adaptarse a un esquema desarrollado por aquellos en perpetua búsqueda de sus propios privilegios.
El punto clave de estas religiones en relación a la sexualidad es el de la moderación, es decir, las practicas sexuales son naturales y respetables, de alguna u otra forma la divinidad o divinidades han dejado su marca y permitido congraciarse a través de ella, es la unión sagrada, la creación proviene de la misma, es una reproducción del génesis a través de la terrenalidad propia de los hombres. No obstante, no debe asumirse de forma vacía y descuidada, el punto principal es la mesura, el mantenimiento del equilibrio natural de la sociedad, y generalmente es la unión sólida en pareja la que permitirá disfrutar los placeres carnales y nutrirse espiritualmente a través de ellos. El matrimonio marca la entrada de la pareja a la edad adulta y a la formación familiar, el autor Rajneesh Bhauwan explica

Ob. Cit. Cuando el sexo se transforma en meditación, florece en el amor, y este florecimiento es un paso hacia lo divino. Es por esto que el amor es divino. El sexo es físico; el amor es espiritual. Y sí la flor del amor está presente, aparecerá la oración; seguirá al amor. Ya no estás lejos de lo divino. Estás llegando a casa (p.43)

Acorde a estas religiones la sexualidad debe ser tomada como un elemento indisoluble de la condición humana, un elemento que permite guiarse hacia la superación individual, que debe ser asociado a la divinidad y su práctica ha de ser vista como una forma de consagrarse ante ésta. Ya sean cultos monoteístas o politeístas coinciden en ofrecer una perspectiva que de alguna forma u otra podríamos considerar como liberal o naturalista hasta cierto punto, un enfoque que sí bien expone sus limitaciones, con la intención de mantener un determinado equilibrio preestablecido, también presenta la oportunidad de enriquecerse y elevarse espiritualmente a través del acto sexual. Ofrece un sendero o camino que debe dirigirse principalmente hacía el amor, el compromiso y la familia; es una forma de expresión que encamina al hombre a sus instintos más básicos y de una forma u otra lo hace más cercano a una entidad superior.


Referencias Bibliográficas:

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· WIERNER, Merry. (2001). Cristianismo y Sexualidad en la Edad Moderna, la Regulación del Deseo, la Reforma de la Práctica. Barcelona: Siglo XXI Editores.

1 comentario:

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